Socorro Mármol en el Maestrazgo

A Entrada A Gaviolerías A Maginerías A Enlaces ¿Que quién soy? [email protected] Web Master: [email protected]

Web Master: [email protected]

  Volver a Índice


Morella y el descenso de los SantosVisitantes en forma de LunasLlenas

(Del Libro <SER DIOS> http://www.magina-magica.es/Libro-Ser%20Dios.htm )

ACTO DE CONTRICIÓN

Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta. Amén.

Fin de Semana en El Maestrazgo

(Episodio I)

 

UNA LECCIÓN MAGISTRAL

(O de cómo la diosEsa que esto cuenta se vio abandonada por sus Santos, y engrupida por una tropa de hablar equívoco e intenciones sospechosas)

Homenaje a Henrri Bouché

 

        Ser diosEsa tiene su morbo. Aunque sólo sea porque el personal te trata como Dios (con perdón del Jefe). Y, sobre todo, porque tienes acceso a los Archivos Divinos que, aunque andan un tanto olvidados por esas bajuras de la Tierra, guardan en sus trastiendas algunas imprecisiones que tienen su “aquel” y te hacen pensar. (Y mosquearte; pero ése es otro cantar).

        La semana pasada mismamente, estaba yo repasado la carpeta de OracionesBásicas cuando me topé con EL ACTO DE CONTRICIÓN que, como verán, me costó otro de mis divinos mosqueos, y más de una perplejidad al echarle una miradilla a la letra-. No me extraña que ElChaval se pusiera de los nervios cada vez que escuchaba semejantes cosas. ¡Mira que decirle a la cara eso de que “…te-amo-sobre-todas-las-cosas-PorSerVosQuienSois…”, para seguir diciéndole a renglón seguido que lo de semejante declaración de amor era por un “por-si-acaso”!

¿Qué de qué hablo? Pues ni más ni menos que de eso: que no se puede engatusar al Chaval con el “Te-amo-por-ser-vos-quien-sois”, e inmediatamente tener la frescura de descubrir el juego diciendo que “también te amo por si se te ocurre cascarme una condena a cadena perpetua “con-las-penas-del-infierno…” mismamente por agarrarme la parca en un a destiempo, con el paso cambiado y metida en pecaminosis.

        Claro que, como yo estaba a lo que estaba, lo que a mí me iluminó en semejante momento fue lo de “Dios y hombre verdadero”. Porque si El Chaval pudo andar simultaneando dioserías y encarnaduras, yo también puedo ser diosEsa y, al propio tiempo, MujerVerdadera. Y metida en estos pensamientos, allá que me lancé a añorar el darme un garbeo por la Tierra porque, entre nosotros: el Cielo será el Cielo; pero a veces se ponen aburridillo, mientras que en la Tierra hay cosas que ya quisiéramos tenerlas por estos Paraísos, aunque sólo sea para añorar el colchón de nuestra cama.

        Ahí estaba yo, recién salida de la BibliotecaDivina, cavilando en cómo pasar el fin de semana, cuando, debajo de un pinar lleno de secarrales me vi de charleta al SanAntón y al SanVicenteFerrer, como si compartieran ellos secretos más que divertidos. El SanAntón le señalaba al SanVicente un lugar en las bajuras que, por lo que pude ver a vista de pájaro, se llama EL FORCALL; el SanVicente, por su parte, apuntaba el dedo hacia un promontorio acabado en fortaleza inexpugnable, a cuya entrada pude leer MORELLA. Y una servidora, que no las tiene todas consigo, ni nunca las ha tenido, se echó en pensar que, por muy santos que fueran, aquellos dos estaban tramando algo sobre lo que debía estar alerta porque, ya se sabe: cuando uno le ha alzado el cargo a alguien tan importante como Dios, siempre está en un “ay” de que los demás se te asemejen en traiciones. Así que me puse a seguir sus pasos hasta que los vi compadreando con el SanPedro, sacándole al pobre viejo, con sus más arteras marrullerías, un pase de pernocta para la Tierra.

        Lo primero que pensé fue en hablar con mi SanPedro a ver si también a mí me franqueaba la salida. Pero, inmediatamente, recordé que una es diosEsa y, por tanto, podía disfrazarme de ubicua y salir de rositas, sin abandonar el puesto, y sin tener que deber favores a mis subalternos (que nunca se sabe el precio que hay que pagar luego).

        Y allí que me fui, detrás de mis dos Santos fuguistas que, nada más verme haciéndoles de sombra, me espetaron:

        -¡Pero, mira que eres mal pensada, diosEsa! ¿De verdad crees que, con lo bien que se vive estando en el cielo, no íbamos a volver?

        -No, si lo de que volváis o no, no me preocupa. Si lo que me fastidia –dije “me fastidia” porque desde que soy lo que soy, no uso “jotas”- es no saber las andanzas de mis santos varones y sus intrigas rurales; –dije “varones” y no “barones” a caso hecho, a ver por dónde me salían, y cuáles eran sus intenciones terrenales-.

        -¡Anda ésta! -dijeron al unísono cuando escucharon mentarles la varonía (que no la baronía)-; mucho endiosamiento, pero aún anda en querencias e indirectas de género. Pues que sepas que nosotros, de varonías, nada de nada; que seguimos siendo castos como Dios manda.

        ¡No puedo aguantarlo! Cada vez que me mientan a Dios, me recuerdan mis rencillas y rifirrafes con el Jefe y se me ponen los pelos de punta. Pero, como voy aprendiendo a controlarme delante de gente, eso mismo hice cuando les contesté con mi mejor enjundia y mesura en el gesto:

        -No si yo, a estas alturas, y en mis condiciones, tampoco es que ande lampando por esas humanerías… Pero en algo habrá que emplear el tiempo en la Tierra, digo yo. Y, como por lo que veo, vosotros tenéis fin de semana de bureo, pues podíamos distribuir tareas entre los tres y pasarlo juntos, hermaneando unos vinillos.

        -¡Por nosotros no hay impedimento…! –Dijo el SanAntón guiñando un ojo como si le entrara en él una anticipación de humaredas nocturnas-. Pero no creas que vamos de holganza ni de borracherías. Aquí donde nos ves, yo tengo tarea en El Forcall con lo del fuego, los demonios y el animalaje; y aquí, el Colega, me acompaña, aprovechando lo mío, para ir luego juntos a echar unos remiendos al recuerdo de la casa de Morella, en la que el angelico casi se atraganta con los huesos del chiquillo que le dieron de merienda cuando lo de aquello de las predicaciones. Que si no es porque, en siendo santo, se dio cuenta y lo remedio a milagro campante, con un pucherazo a tiempo, allí se arma la de Dios es Cristo…

        Comprenderán que con semejante des-explicación, y con alusiones de tal naturaleza al Jefe, a su Hijo, a demonios, fuego, bichos, antropofagias, arengas predicativas, encriptamientos y milagrerías potajeras, una se pusiera definitivamente más alerta que el centinela de la garita del desierto de SidiIfni en los tiempos de la guerra con España. Así que decidí no despegarme de ellos ni para hacer lo que ya los dioSesos no hacemos. (¡Piensen lo que quieran! Lo único que va quedando en libertad es el pensamiento).

        No contaba yo con que MisSantos siempre echan mano de propagandistas sicarios que tienen la encomienda de hacerles a ellos su panegírico y sus loores en cualquier sitio, en cualquier situación y ante cualquier personaje. Fue llegar a Morella y, antes de que me diera cuenta, ya me habían dejado encomendada a un grupo de gente que, por lo que les contaré en los capítulos siguientes –para no hacerme pesada en éste con farragosas alargaduras literarias- estaban amaestrados por quien fuera para volverme tarumba, tanto por lo que decían como por la forma de decirlo.

        ¡Y qué comportamiento el suyo, Dios mío!

        (¡Uy! Ya está rondando por aquí el Titular)

        ¿Qué no me creen?

        ¡Vamos a ver! ¿Qué me dirían ustedes si les dijera yo que el Jefe-de-Ceremonias, un tal Henrri por más señas, con aires de profesor provecto y respetable, empezara a perder el oremus y a contar la historia de aquellos pagos diciendo que, según consta en su ridículum, y en su TesisDoctoral sobre fogatas y fogones, la información la había ido recogiendo durante años de unos tales “boinántropos”?

Porque una es diosEsa, con minúcula y de rebote, pero no es una lerda; y sabe que semejantes personajes como el Henrri, si de algo carecen es de ridículum. Una servidora conoce perfectamente lo que es una boina y lo que es la antropología. Pero ¿Boinántropos…?

        ¡Vamos, anda!

        Y ¿qué pensarían si otra, a quien mentaban como Emilia, con cara de falso querube, ojos de pécora inocencia, y malaEso bien encubierta, ‑tampoco pronuncio la “ele” si es láctea- se echara a ponerme en ridículo frente a mis carencias milagreriles, restregándome por las narices lo milagroso que fue el SanVicenteFerrer, porque, después de merendarse un buen puchero, cuando se dio cuenta que el aderezo era una criaturica humana, arrejuntó huesos y fileteado para resucitar al arrapiezo y hacerlo emerger del potaje en carne mortal…?

¡Venga ya!

¿Y si les dijera que una EvaTentadora disfrazada detrás del rubio nombre de Imma, se dedicaba en los desayunos a tentar a MiGeneral con pringosas manzanas en forma de Mantequilla-de-Arias? ¿Es que la gula ya no es pecado desde que una es diosEsa y tiene que ayunar para no desparramerse en humanidades chanflonas y torrenciales?

Eso por no hablarles del manual de las tentaciones, encarnadas en un tal Paco, de ilustre e hidalga baronía, que la criatura no desaprovecha ocasión para hacer voto de los pecados de la carne, y, aprovechando tan oportuna ocasión como la retrasmisión televisiva de esos espectáculos endemoniados, en los que veinticuatro pimpollos ‑que Dios me perdone- corretean en calzoncillos a carallo campante detrás de una pelota, le propuso a SuEva ir a ver semejante mazurca “en la intimidad”.

¡En la intimidad!

¡Así!

¡Tal cual!

¡Y diciéndolo delante de mis castas y divinas narices!

¡No te digo!

¡Manda carallo…!

O el Tony… ¿Qué puedo decir del Tony? Siempre metiendo cizaña, y chafardeándole a MiGeneral, en plan profeta, la bronca que se le avecinaba, cada vez que el MozoEspadas echaba mano al árbol del bien y del mal del azúcar que una, en su divinidad redentora, le tiene prohibido para menguarle su exceso de dulzura sanguina?

Y MiTony, en plan saboteador, abriendo cortafuegos por los que el Mílite pudiera escaquearse de su merecida reprimenda de consumismos melosos.

¡La cartilla de racionamiento es lo que ambos dos se merecerían!

Había una tal Viky, con aparente mala pata y seguros ojos de “te-vas-a-enterar-cuando-pueda-bailarme-a-alguien”, que no me daba buena espina. Esa, que ya se ha casado y descasado dos veces, de seguro que se levanta otro marido y acaba con el cupo de los disponibles. Lo cual que una, por muy diosEsa que sea, tiene que desaprobar por desigualdad de tálamo y nupcialidades para el resto de nuestro género. A fin de cuentas, una, en su naturaleza humana, ha sido prudente, discreta y distributiva: ElMío es de segunda mano.

Por no hablarles de una tal Ángeles, de ojos y pelo del color del azabache, y maneras suavecitas y engañosas, que, haciéndole flaco favor a su nombre, se pasaba las amanecidas haciéndole retratos al espacio para luego enseñármelos con la intención más endemoniada del mundo. Con lo sencillo que hubiera sido decirme cara a cara, si es que estaba hasta las narices de mi divina-presencia: “mira, rica, tú a tu cielo y nosotros a nuestra tierra”, en lugar de ponerse en plan película de O.T., señalándome:

¡Tu caaaaaaaaaaasaaaaaaaaaaaa…!

¡Tu… PORRAS!

Y una servidora, en medio de semejante tropa, montaraz y dicharachera, sintiendo que era incapaz de hacer el milagro de disolverlos a todos en vitriolo antes de que me tostaran, vuelta y vuelta, en el maldito fuego de la ausencia, de tener que volver a ser diosEsa lejana y solícita para todos los que le demandan sus mercedes y sin un mal plato de preces o una buena ración de coca –de la del maestrazgo; no de la de Colombia- que echarme a la boca.

Y, encima, en lugar de despedirme con incienso como corresponde, me achucharon y me estrujaron como si nos conociéramos de toda la vida…

        ¡Que falta de respeto a mi divinidad!

        Que alguien me recuerde que, o me reza esta gentuza un YoPecador y un ActoDeContrición, o los castigo a la hoguera…de SanAntón, y les pongo como penitencia llevarme al Forcall el año que viene.

        Y, por cierto: que alguien me recuerde prohibirle a MisSantos hacer milagros de esos que hacía el SanVicente, y que, además de dejar en evidencia mi falta de facultades milagreras, tanto han dado de sí. Porque, ¿qué me dicen de lo del albañil que se cayó del andamio cuando el Obispo del lugar le tenía prohibido al SantoMozuelo remediar lo irremediable?

        Pues así me he quedado yo: suspendida en el aire del Maestrazgo y a mitad de camino entre el cielo y la tierra.

        Y esperando. Irremediablemente.

 

Gaviola en Marineda. En un 22 de Enero de 2008; recién regresada del Maestrazgo.

 

           Gaviola
22 de Septiembre de 2006.

  Ir a Índice

A Entrada A Gaviolerías A Maginerías A Enlaces ¿Que quién soy? [email protected] Web Master: [email protected]

Volver a Prosa de Gaviola