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  Poemas Ajenos

Los fui encontrando por todos los caminos, afanándose en su tarea de vivirle a la Vida los segundos, mientras jugaban a las tabas con las palabras. Yo apuntaba sus nombres en mi Libreta de Picardías, y les pedía limosna. 
Algunos me prestaron sus juguetes favoritos... Y los fuí guardando aquí, o en Picardías Literarias

De Luís Enrique Prieto Vázquez

"El Escribidor"

<DÉJAME SOÑAR QUE SUEÑO>

 
 
 
 
 
 

 

Escucha la voz de los Poetas... efímera como un rayo de sol de media tarde

De Joaquín Tena Bengoechea

(Mi Ahijado Literario)

<CAYERON LAS ESTRELLAS>

 
 
 
 
 
 
     

DÉJAME SOÑAR QUE SUEÑO
(Luis Enrique Prieto)

Déjame soñar que sueño con maremotos sin olas, con sures sin sangres ni miserias, con miradas que no buscan beneficios detrás de las manos abiertas.

Se han desbocado los corceles 
del miedo esdrújulo
     
a la voz y el beso:

celotipias que retumban
en las ventanas del pánico
antes de cerrarse
al misterio de los ojos.

Déjame soñar que sueño con cuchillos sin heridas, con amores que no se trucan, con latifundios sin caciques ni mendigos, con islas sin abismos que perduran lejanías.

Poder decir
mañana y risa
sin que se quiebren las palabras;
piel y brazo
sin que se quemen ausencias
en las simas ocultas
de dolores de ida y vuelta.

Déjame soñar que sueño con barcos sin capitanes y fusiles sin cañones, con escobas sin escombros o libertades sin iras, con paredones trasparentes de flores tiernas sin estiércoles cautivos.

 Rememorar
los latidos cercanos
que sostuvieron los hombros ardientes
en letanías de bocas domeñadas para el júbilo
por las avenidas en donde las letras bailaban encuentros y labios.

 Déjame soñar que sueño con un archipiélago que flota y nace al amparo de la voz abierta, sin opacos, sin barruntos laterales, sin caretas oculta.

 Luis E. Prieto
Septiembre-05

       

CAYERON LAS ESTRELLAS  
(Joaquín Tena Bengoechea)

 Sus labios no recorren la noche desde que cayeron las estrellas:
era un lugar de ruinas y de cuentos cerca de la madrugada,
de historias de guerra contadas por abuelos,
y de gritos contenidos.

Alguien buscaba albahaca
o menta
o caña de azúcar
o el rumor del agua; 
pero sólo había cánticos de iglesia 
y un himno de cadetes.  

Cayeron tan pronto las estrellas que no fue consciente de la inminencia del caos.
Pero se borraron los caminos como cuando llega un huracán a tierra,
y tuvo que andar a tientas con un bastón blanco en la memoria,
y un himno colegial raspando el cráneo,
recorriendo vértebras, 
tendido como un telón de terciopelo, 
como una vulgar mordaza,
que a nadie importaba.  

Porque las estrellas, cuando caen, no encuentran apoyo para erguirse, y por siempre jamás se hunden en los mares de lodo de la tierra.

Porque la Vía Láctea   sólo es camino para los santos del calendario,
y alguien tenía los pies desnudos.

Tuvieron que pasar años por decenas 
para poder caminar sobre los vidrios que dejaron 
tantas estrellas rotas,
tantos destellos en los ojos
y el sonido de miles de cláxones impertinentes. 

 Joaquín Tena

 

 

       
           
           

 

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