Música de Fondo: GLORIANNA Himno a la Mujer. VANGELIS

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El corazón del Chimborazo

Poemario sobre el Texto de Simón Bolívar
Mi delirio sobre el Chimborazo(1823)
 

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Índice

 
 

¡Ay, el tiempo!

El corazón
del
Chimborazo

 

Caracas

 

En esta tarde

 

Themis solitaria

 
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
 

Poemario 2009

 
   
     
     
 
     
   
 

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Poema 1º del Libro EL CORAZÓN DEL CHIMBORAZO

 

¡AY EL TIEMPO!

 

(Cóndor artificial, ayer sobrevolaba

adormecida en hélices y en cumbres

los Andes Meridenses.

Vengo de oír la voz de los Poetas

escrita sobre el aire.

 

Las casas-miniatura, allá abajo

pasan a mi cuaderno, letra a letra...)

 

Yo soy –fui-

la que no tiene casa-de-muñecas

y no envidio la casa de muñecas

de LaElo

ni su vestido blanco de batista

con entredós de encaje

y cintitas de raso de colores,

ni sus bellos zapatos de charol

recién limpios

lustrados

con un trapo mojado en leche blanca

de aquella tan carísima

(ésa si que la ansiaba migada en pan caliente)

Ni su muñeca nueva “Cayetana”…

 

Yo no quiero –quería- (¡Ay, el tiempo!)

 jugar a las muñecas

ni ser una muñeca pudorosa

que adorna el desencanto del insomnio.

 

Yo soy –fui-

la que miro con ojos de deseo

la libretita verde de LaElo

durmiente en su cabás

almidonada, blanca e impoluta

lo mismo que un cancán recién planchado

sin manchas de penuria, sin borrones,

sin manos que lo alcen

en un zaguán oscuro y sin bombilla

de alguna casa umbrosa

a tientas y buscando

la baratura lúbrica de un sexo

que no sabe qué hacer con sus urgencias.

(La casa de LaElo

tenía tanta luz. Y era tan limpia.

Y en el zaguán había tantas criadas…)

 

Yo soy –fui-

La que aprende lujurias inocentes

a fuerza de anhelar ser poseída

por el plumín de aquella estilográfica

-LaElo nos decía: Es UnaCiros-

que insalivaba tinta inacabable

sin tener que mojar entre los labios

un viejo lapicero pegajoso

que gritara sus índigos endémicos

en besos pordioseros, vagabundos.

 

¡Ay, escribir! ¡Poder decir con tinta…!

Pero no tenía tiempo –calendario-

para escribir con tinta –de mayores-

LosParvulitos

copiábamos  palotes –ahora no-

con duros pizarrines

de negra destemplanza mineral.

(Yo tuve Pizarrines-de-manteca)

*

Por entonces quería –Quiero. Soy.-

ser Poeta.

 

Y no tenía cuaderno.

 Gaviola sobrevolando los Andes. En un 1/05/2008.                                       

 

 

 
 

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32/2008

CARACAS

 

¡Caracas!

 

Y por fin en Caracas

esta ciudad ahíta de sí misma

que baja de los montes despeñándose

devorando su propia arquitectura

con vuelo de zamuros avizor.

 

Caracas

flanqueada y ceñida

por urgencias de hambre

¡Cerros!

envueltos en su costra de pobreza

más pobre que lo pobre…

Ranchitos

ápices de un babel contemporáneo,

laberintos caóticos, oblicuos,

donde se hereda el barro insatisfecho

en las alfarerías de una miseria

que nunca fue indigente.

 

Caracas

de sinuosas carnes de ladrillo

desnudo

ubres hueras, agrias, falsificadas

turgentes y promiscuas,

amante para efebos pordioseros

que mendigan atracos de farola

y cócteles de tránsito

hacia una muerte vil y limosnera

junto a los albañales.

 

Un “carro-limusina” me adelanta

con sus interminables arrumacos.

 

¡Absurda y paradójica Caracas!

 

 Hay también –me lo contó un taxista-

 ¡Lomas!

con tres o cuatro casas y con flores.

 

¡Y colinas!

mágica entonación de la fortuna

con una sola casa

en medio de praderas inmortales

quizás… sin paraíso.

 

(Pero esos son chismes de taxistas)

 

Y por fin en Caracas

en un 20 de Abril de luna llena.

 

Tal perece

que el Caribe tuviera lunas llenas

de repuesto

para cada viaje que imagino.

 

(El otro fue boricuo, coquí, puertorriqueño;

cuando la luna llena de Noviembre).

 

Aquí en Caracas

la luna llena es aquella misma luna

mediterránea y grande

pero más aromática, más húmeda.

Quizá un poco más alta.

 

Las MujeresPoetas me llevaron

cuesta arriba, camino de la noche

y pude ver como si el Universo

(escrito con mayúsculas)

hubiera enloquecido

deslizando hacia el valle las estrellas

derramándolas

en todas direcciones.

 

¡Caracas superpuesta!

 

Caracas sospechosa de amores imposibles

con el sueño fatal del Chimborazo

redoblando el adobe

de casas centenarias y vencidas.

 

Caracas cautelosa

como una TierraVirgen ilustre y callejera

viciosa y linajuda entre sus cumbres.

Embozada.

 

¡Mantuana!

 

Allí arriba

(hacia la Cota-1000)

se empeñaban los ojos

-se empañaban los ojos-

en sombras de estupor

mientras Caracas

ahíta de sí misma

enviciada

en la fragilidad pueril de su lujuria

al alcance de todos los bolsillos

copulaba cocuyos vacilantes,

azarosos, minúsculos.

 

Esporádicos.

 

Mínimos.

 

Y yo en Caracas.

 

Caracas. En un 20 de Abril de 2008.

 

 

 
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35/2008

 

EN ESTA TARDE

 

 En esta tarde

de América-de-paso

-crepita horizontal el tráfico en las calles

sedicioso, inquieta intermitencia-

estoy en-ti-contigo

tan lejos y tan próxima.

Pueblas mi soledad en esta tarde

justamente esta tarde

condenada a morirse en un minuto

-ya sabes: El Caribe

carece de crepúsculos, se apaga

como si la soberbia

mano de un Dios fatal y antojadizo

pulsara de repente

algún interruptor desaforado.

Tengo plena conciencia

de la andanada urgente de mi piel

bajo el sólido tacto de tus manos

Sí: ya sé que no estás, que no estuviste

y que nunca estarás (no hay tiempos mágicos

en la conjugación del día a día).

Pero esta tarde

estoy en-ti-contigo

y estás

aquí donde no estás ni estarás nunca.

Aquí donde eres pulpa del deseo

pura reencarnación

de esta locura intrusa y recurrente. 

 

Gaviola en Caracas. En un 1 de Mayo de 2008.

 

 

 
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A mi Colega Boliviano: el Doctor

Reynaldo Peters Arzabe

que, innecesariamente,

amorosamente,

presentó ante mis ojos un obstinado Habeas Corpus

escrito en papel higiénico

sin saber que yo

jamás mantuve a ningún hombre

entre rejas.

(En la distancia de mis brazos, Sí)

8/2009

 

 

 

 

 

 

THEMIS SOLITARIA

  

Él.

El hombre que llegó desde Bolivia

-tal que si conociera mi pasado-

me aclamó como Temis[1]:

diosEsa[2]; -quizá diosa- de la Ley.

Ley de fuerzas ocultas naturales

que hace ya tantos años encadenan

irremediablemente

las aristas de solitarios piélagos.

 

Él

el hombre que llegó desde Bolivia

sabe bien del sonido vegetal

y libre

de la insurrecta voz de lo nativo.

 

(-Quizá de soledades. También.

En sus ojos se afligen luces en extinción

y maduran laureles de sienes golpeadas-)

 

Para entonces

-y…, antes que Él, muchos-

demasiados

apóstatas devotos

ya me habían ahuyentado de sus mórbidos lechos

indómitos, plebeyos y fragantes,

con cultos fervorosos. -Dulces adoradores,

lejanos, como un rezo comunal,

a las voracidades de mis brazos-.

 

¡Habían sido ya tantos los herejes…!

 

Hombres que me excluyeron a fuerza de endiosarme.

Que me alzaron con preces huidizas

sobre el trémulo eco

de aquella codiciosa humanidad

desabrigada –mía-

que nadie parecía –deseaba-

 ver

ni tocar

ni acariciar, ni oír… Por si las iras

de renegados dioses

proscritos para siempre de mi piel

venían a reclamar

lo que nunca…

¡Nunca!

Nunca sería eternamente suyo.

 

(Los hombres aún no saben

-¡pobres hombres!-

que ninguna mujer quiere ser diosa.

Posiblemente putas, sí. Siquiera sea

para lidiarle

a las sagradas putas lo que es nuestro.

Pero eso es

algo que está mal visto

en cualquier paraíso artificial de “a-tanto-el-kilo”).

 

El hombre que llegó desde Bolivia

se apercibió –quizá- de mi tristeza

envuelta en celofanes recargados

como caramelitos de farmacia

condenados a muerte,

penados a licuarse entre los labios

de niños satisfechos que escupen la dulzura...

 

Él:

el hombre que llegó desde Bolivia

se condolió de mi orfandad de diosa

y me rebautizó.

Me dijo:

Hermana,

ahora que me acuerdo,

hace ya muchos siglos

que dibujé tu nombre –Libertad-

en un papel higiénico.

 

Lo juro. Me llamó ¡Hermana!

Él

como un libertador bolivariano

me redimió

del pecado de haber sido diosEsa

sin quererlo.

 

Y descendí

sujeta por su indígena destreza

 a una tierra feraz de impenitentes

en la que las deidades aún copulan

con la más licenciosa cercanía

mortal

como si aún pudieran tener cuerpo

amante.

 

Como cualquier ser humano arrepentido

de no serlo.

 

Gaviola en CasaMora. En un 24 de Enero de 2009.

_______________


[1] Θεμις Themis: significa Ley de la Naturaleza. diosa de la Justicia en Grecia.

[2] Me refiero a mi Libro <SER DIOS>

 

 

 
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