17/2009
QUISIERA IMAGINAR
(O el himno de una mujer cobarde)
Quisiera
imaginar que somos inocentes.
Que Sem, Cam y Jafet
ajenos a
un diluvio de exterminios
dejaron su
semilla
para
poblar la Tierra sumergida
en el
inmenso abrazo de un poema
escrito
sobre un lecho sin decoro
donde
libran sus lides los pacíficos.
Quisiera
imaginar
que cada
vez que digo
“Semitas”,
“Jafecitas” o “Cammitas”
no estoy
justificando
la
Torre-de-Babel de la discordia
ni
lidiándole a Dios sus paraísos
de la
incierta victoria de los muertos.
Sino
amando
en todos
los idiomas de la tierra
cubierta
en un
color de piel indefinible.
Yo
quisiera saber que las mujeres
estamos en
lo cierto.
Que no hay
que ser valiente.
Que aquel
niño
de los
telediarios de la guerra
(cualquier
guerra con niños
o
cualquier
niño hecho
a la guerra)
aquel niño
aterrado
que empuña
su pavor como un machete
y corre
sobre un fango de sus lágrimas
y ve
sobrevolar pájaros negros
que
regurgitan ciegos intestinos
y talan su
carrera justamente
a la
altura del muslo y de la hombría,
ese niño,
rejón, pánico, odio
que no
podrá ser hombre sino tránsito,
exactamente ese (o ninguno)
no tiene
ya el deber de ser valiente.
No nació
ni vivió para dar vida
a tanta
valentía desarrapada.
Quisiera
imaginar que no es verdad.
Que la
mujer que estuvo nueve meses
amasando
en su instinto sin nación
la
incierta biografía de su sangre
(y
engendrando, tal vez, a su verdugo)
no puede
ver, ¡oh Dios!, no puede ver
cómo el
cántaro fértil de su vientre
estalla
derramando
su historia sobre el cieno
regado con
la ira de los Justos.
Soy mujer.
Y no me da
vergüenza
amamantar
cobardes,
acunar una
daga espantadiza
ir
desabasteciendo el arsenal
con
raterías nocturnas cautelosas
pregonar
deserciones
apostatar
del dios de las cruzadas…
No hay
patria que disculpe tanta injuria
ni éxodo
baldío
ni miedo
censurable
ni disparo
neutral
ni muerte
justa.
Somos
tantas, tantas ya, las mujeres
(aún…
quedan algunas que aún no)
pero somos
tantas ya las mujeres
que en un
grito inaudible
venimos
reclamándole a los hombres
¡paridos
por nosotras; qué locura!,
que una
noche
al menos
una noche,
(o algún
siglo
o algún
“ya-para siempre…”)
confundan
los colores de los lábaros
silencien
los obuses
repueblen
nuestros úteros
de amantes
desarmados y cobardes,
impúdicos,
enteros como el toro,
intactos y
desnudos de panoplias,
desvergonzadamente pávidos.
Valientes
sólo
en lances
de jergones expatriados
sobre los
que poder amar eternamente
siquiera
pueda ser sin causa alguna…
No quiero
ser valiente. No lo quiero.
¡Matadme
si es preciso!
Porque yo
amo tanto
esta vida tan escasa…
Gaviola en CasaMora. En un 19 de Febrero de
2009.
DOCUMENTACIÓN (Tomada esencialmente de
WIKIPEDIA)
Edad media
En la edad media se creyó encontrar en la
diversidad humana, un
origen
similar del que tiene la multiplicidad de
lenguas. Haciendo una interpretación
bíblica, la humanidad desciende de los hijos
de Noé: Sem, Cam y Jafet,
cuyos descendientes se esparcieron por el
mundo después de construir la Torre de Babel
dando lugar a tres pueblos o
razas
diferentes:
SEMITAS:
El término semita hace referencia a
los pueblos citados en la
Biblia, descendientes de
Sem, hijo primogénito de
Noé. En la Biblia, en el Libro del
Génesis, se encuentra la narración del
diluvio; y en élla está la
genealogía en la Tabla de los
Pueblos, donde se hace referencia a los
semitas. Los antiguos pueblos de habla
semítica incluyen a los habitantes de
Aram,
Asiria,
Babilonia,
Siria,
Canaán, incluidos los
hebreos y
Fenicia. Las poblaciones actuales que
tienen lenguas semíticas incluyen a los
árabes, los
judíos, los
etíopes y los
arameos (comunidades del
Líbano y norte de
Iraq).
El término
semita fue propuesto inicialmente
para referirse a las lenguas emparentadas
con el hebreo por Ludwig Schlözer,
en el "Repertorium" de Eichhorn, vol. VIII (Leipzig,
1781). A partir de Eichhorn el término se
generalizó y consta en la Enciclopedia
Católica que ya en 1807 había sido adoptado
como término étnico. Por extensión,
semita se empezó a utilizar para
designar a los pueblos hablantes de las
lenguas semíticas y sus realizaciones
culturales.
La famosa teoría de
Robert Hooke
decía que los semitas cruzaron desde las
islas asiáticas por el Océano Pacífico hasta
llegar a América, y establecer su población.
Los pueblos de lengua semita estaban
constituidos por un conjunto heterogéneo de
pueblos y etnias, todos ellos pertenecientes
a la antigua
familia lingüística semita. La acepción
racial de semita es hoy
considerada
pseudocientífica, y su uso
desaconsejado.
La relación
entre los pueblos semitas se debe
exclusivamente a su origen lingüístico y
cultural,
por lo que el uso de semita se debe
circunscribir a estos ámbitos. Es, pues,
impropio hablar de "razas" indoeuropeas o de
"razas"
semitas, sino que debe hablarse de pueblos
que hablaron alguna de estas lenguas.
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