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¿Quién
es María José Reyes?
Una
mujer de mi pueblo, Bedmar.
Una
Trovera que compone sus
propios romances, y que los
recita de memoria, quizá
porque lo de las letras no
se le dé muy bien.
Seguramente, tiene un mote;
un mote hermosísimo, de esos
que quedan en mi pueblo,
pero yo no me lo sé.
La
conocí el verano pasado,
-Agosto de 2009- durante la
Semana Cultural. Cuando
subió al escenario del
Centro Cultural, y nos
regaló su romance, a lo más
que alcancé fue a hacerle
esa foto.
Luego,
impresionada por tanta
humanidad, pregunté por ella
y, ya se sabe: en un pueblo,
deseguida te dicen
quién es quién. |
Pedí
que me dieran el poema
escrito, y todos me dijeron:
¡Pero, chiquilla! Mª José no
necesita escribir lo que
compone. Está en la Escuela
de Adultos, y ha ganado ya
varios premios recitando por
nuestra Comarca.
Tuvo
que ser nuestro inefable
Cronista, José Manuel
Troyano Viedma, quien, con
su buen hacer habitual, me
enviara el romance, y una
reseña entrañable de la
Trovera. Así fue como me
enteré de su vida y de su
categoría humana.
Desde
este lugarcito mío, le rindo
homenaje a Mª José, sacando
a la luz lo que nos recitó
desde su alma inocente y
bellísima. |
GRATITUD A NUESTROS MAYORES
En Bedmar…
Cuánto han cambiado
los tiempos
y obligaciones
aquéllas
de ir a lavar al río
llevando la ropa
acuestas,
lavarla y echarla al
sol
sobre la tupida
yerba
para que se
blanqueara
regándola con
frecuencia.
Otras veces a los
hornos,
el canasto a la
cabeza,
iban a cocer el pan
que amasaban en la
artesa.
O camino de la
fuente,
el cántaro a la
cadera
y en la otra cadera
el niño
que no dormía la
siesta
pues no había
cochecitos
ni cuartos para
niñeras
y cada mujer tenía,
de niños, media
docena.
Digo por término
medio
y no me paso en la
cuenta.
¡Qué mujeres las de
antaño
en Bedmar!
Cuánta lucha, cuánta
entrega
para sacar la
familia
a veces con tal
miseria
de no tener para el
hijo
ni un cacho de pan
siquiera.
Pero siempre
confiaron
en Dios y en su
providencia,
el que mantiene a
las aves
que no siembran ni
cosechan
y que a los lirios
los viste
con más galas que la
ciencia.
Hoy en Bedmar…
han cambiado los
tiempos
y las labores
aquellas.
¿Quién no tiene
lavadora
automática, de esas
que lavan y dan
blancura
y dejan la ropa
seca?
El frigorífico lleno
y colmada la
despensa,
y por supuesto, pan
tierno,
que lo duro se
desecha.
A pesar de la
abundancia
No nacen niños
apenas.
Se dice que es
sacrificio
en esta vida
moderna,
que no hay que traer
el agua,
ni amasar pan en la
artesa
ni que lavar los
pañales,
ni dar a los niños
teta.
Pañales de poner y
tirar
se ofrecen en
cualquier tienda
y en las farmacias,
productos
como la leche
materna
y por supuesto el
dinero
en ningún medio
escasea.
¡Se habla de
sacrificio
Cuando la abundancia
atesta!
¡Cuánto hay que
agradecer
a aquellas madres y
abuelas
tal vez por no ser
modernas!
¡Cuántos debemos la
vida
al sacrificio de
ellas!
Una madre es una
madre
con abundancia o sin
ella,
pero la de la
abundancia
no sabe el sufrir de
aquélla
que un niño le pide
pan
cuando no ha pan en
la artesa.
Mª José Reyes Reyes
Gaviola de Aznaitín
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