Imagen de mi abuela, mi madre y mi hermana Conchi
entrando en la Iglesia de Bedmar.
Llevábamos el vestido de batista perforada del que hablo en
algún relato mío.
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Aviso
para quienes
lean esto:
lo que sigue es una historia llena de ternura, con un
algo de lo que fueron diferencias sociales de la
infancia y coincidencias actuales cuando estamos ya en
la verdadera edad de la inocencia. |
Como Ella, la
mujer de la que hablo, era y es de la familia del
Maestriche, (el maestro que le puso música al himno
de nuestro Pueblo), he querido poner una
música de fondo especialmente guardada para esta
ocasión: las Sevillanas que hablan de cada uno de los
Pueblos de nuestra Provincia. |
Otros Tiempos en color sepia |
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En Bedmar –ya lo he dicho muchas
veces- hay GENTE
MÁGICA. No podía ser menos, estando como está este Pueblo mío
dentro de la mágica Sierra Mágina.
Mi personaje de hoy es
esta mujer,
Mª Teresa Fuentes Caballero, de la que quiero
contarles una historia real, sin poner ni quitar por mi parte
nada que no pueda ser comprobado. (Bueno: es un decir; algo pondré
desde mi vena de cuentista).
Verán: el 21 de Julio
(2009), con motivo de mi participación en la
Semana Cultural
de Bedmar 2009, recibía en mi correo el siguiente mensaje,
en el que enfatizo, en rojo y con acotaciones, lo esencial a
mi modo de ver:
Su
primer correo
De:
Teresa Fuentes <[email protected]>
Para: SOCORRO <[email protected]>
Enviado: martes, 21 de julio, 2009 14:04:00
Asunto: Una invitación al encuentro entre paisanas
Hola Socorro:
La sorpresa
Dirás tú, pero ¿quién es esta señora que me escribe...?
Desde luego no nos conocemos, pero me atrevo a escribirte porque los
datos que tengo sobre ti me llenan de sorpresa y de admiración. He
visto las múltiples entradas que hay en Internet y no puedo
situarte; vaya, que no te recuerdo, a pesar de la cantidad
de referencias y fotos a los que he podido acceder.
La coincidencia
festiva
Por el programa de fiestas de Bedmar veo que presentas un
libro con un título precioso y que estoy segura va a gustarme
mucho, porque lo que he leído tuyo en internet me encanta.
Hace un tiempo, de forma casual, encontré tu página y ya desde
entonces me empecé a preguntar quién podrías ser, de qué
familia, etc. Tenía verdadera curiosidad e interés por
conocerte. ¡Mira por dónde, ahora coincidimos en el mismo
programa de actos culturales!
Su Historia
Yo nací en el 51, así que entre nosotras hay siete años de
diferencia. Además emigré a Barcelona con 15 años, en el 66.
Por eso quizás no hemos coincidido ni sabemos nada la una de la
otra. ¡Hay tantas personas que se fueron de Bedmar y con las
que seguramente tenemos cosas en común...!
Su sencillez
Como
habrás observado en el programa que nos ha enviado Micaela, yo
también presento un libro, aunque lo mío no es literatura.
Se podría decir que soy historiadora... y algunas cosas más,
difíciles de definir. Tengo varias publicaciones sobre distintas
áreas de conocimiento en las que me muevo con más o menos
soltura, pero aunque me encanta escribir y me he atrevido con
algún pequeño relato, creo que nunca seré capaz de hacer nada
bueno en el terreno de la literatura.
Su agrado
Me gustaría que me contestaras y poder encontrarme contigo en
Bedmar. Bueno... no es tan fácil encontrar a paisanas tan
creativas y bellas... Yo presento el libro el 14 y estaré ahí
dos o tres días.
Un abrazo
TERESA
En un…día de decirte que será un feliz encuentro, seguro
* *
*
Y, vayamos a tu mensaje que quiero contestar paso a paso
Hola Socorro:
Intercambios
Dirás
tú, pero ¿quién es esta señora que me escribe...?
No. Nunca digo eso. Lo que suelo decir es pero ¿quién es tan
vital que se ocupa de abrir nuevas ventanas...?
Desde luego no nos conocemos, pero me atrevo a escribirte porque
los datos que tengo sobre ti me llenan de sorpresa y de
admiración.
¡Gracias! Mil gracias. Qué hermoso es oír ciertas cosas.
He visto las múltiples entradas que hay en Internet y no puedo
situarte; vaya, que no te recuerdo, a pesar de la cantidad
de referencias y fotos a los que he podido acceder. ¿No
me recuerdas? ¿Y si te dijera que soy "del Barranquillo" o, más
concretamente, de la Salina, hija de "La Maruja"? De todas
formas, la diferencia de edad entre nosotras, allá por los 60,
era importante ¿no?
Coincidencias
Por
el programa de fiestas de Bedmar veo que presentas un libro
con un título precioso y que estoy segura va a gustarme
mucho, porque lo que he leído tuyo en Internet me encanta. Hace
un tiempo, de forma casual, encontré tu página y ya desde
entonces me empecé a preguntar quién podrías ser, de qué
familia, etc. Tenía verdadera curiosidad e interés por
conocerte. ¡Mira por dónde, ahora coincidimos en el mismo
programa de actos culturales!
¡Felicísima coincidencia! Ya estoy impaciente por conocer a
alguien capaz de cuidar tanto un correo, la puntuación, el
lenguaje... Seguro que tienes mucho que enseñarme-.
Hablando de otros tiempos
Yo nací en el 51, así que entre nosotras hay siete años
de diferencia. Además emigré a Barcelona con 15 años, en el
66. Por eso quizás no hemos coincidido ni sabemos nada la
una de la otra. ¡Hay tantas personas que se fueron de Bedmar y
con las que seguramente tenemos cosas en común...!
¡Seguro!
Hablando de estos tiempos
Como
habrás observado en el programa que nos ha enviado Micaela, yo
también presento un libro, aunque lo mío no es literatura.
Se podría decir que soy historiadora... y algunas cosas más,
difíciles de definir. Tengo varias publicaciones sobre distintas
áreas de conocimiento en las que me muevo con más o menos
soltura, pero aunque me encanta escribir y me he atrevido con
algún pequeño relato, creo que nunca seré capaz de hacer nada
bueno en el terreno de la literatura.
Verás, Teresa: en literatura no se trata de escribir algo bueno,
sino de escribir. Deja que sean tus personajes los que se
apoderen del texto y guíen el mismo con su propio lenguaje. Pero
¡escribe, por Dios! ¡Es algo tan maravilloso!
Hablando del re-encuentro
Me
gustaría que me contestaras y poder encontrarme contigo en
Bedmar. Bueno... no es tan fácil encontrar a paisanas tan
creativas y bellas... Yo presento el libro el 14 y estaré ahí
dos o tres días.
Si el destino nos ha puesto en contacto, confiemos en el
destino. Es como los hombres: caprichoso, pero emocionante... Y
un poco traidor siempre.
Un abrazo
Besos
TERESA
Soco
Enviado:
jueves, 23 de julio, 2009 11:49:15
Asunto: Reminiscencias...
El
Re-conocimiento
Me he dado prisa en responderte, porque te quiero agradecer tu
pronta respuesta. Algo sobre tu origen familiar me estaba
imaginando, porque las fotos que tienes colgadas en Internet
me lo han hecho pensar, pero me confundía la imagen de la
casa donde naciste. Claro, que yo la he conocido con sus
actuales dueños, creo que es la casa de Sebastián y Clara, ¿no?
El
Barranquillo y su gente: aquella mágica casa de mi infancia
Las fotos del Barranquillo me han retrotraído a mi más tierna
infancia
y han causado en mí mucha nostalgia. Conocí ese lugar de muy
chica, tanto, que no me puedo acordar exactamente. Allí
estuvo trabajando y viviendo una tía mía. Se llamaba Mª
Francisca y estaba casada con Paco, que era Garciez. Yo he
pasado días en aquel lugar, que recuerdo precioso, e incluso
tengo alguna imagen de tu abuela..., supongo que era ella... Ya
te digo: era yo muy pequeña.
La
Gente Mágica de Bedmar
Quizás tú no recuerdes a mi familia,
aunque mi madre, de joven parece que tuvo bastante relación
con la tuya; luego, las circunstancias de la vida la
alejaron de sus amigos de la juventud. Ella era del "Maestriche",
el maestro de música, que siempre hubo en Bedmar. Luego, mi tío
Gerónimo siguió con esa tarea y en los últimos años lo habrás
visto en las fiestas, dirigiendo a Las Viejas Glorias.
Ahora la agrupación musical de Bedmar lleva su nombre:
Gerónimo Caballero y él le puso la melodía al himno del
pueblo. Mi tía Mª Dolores vivía enfrente de las
molineras, cerca de la casa donde naciste. Su marido tenía una
barbería y ella era modista. Tenía tres hijas y dos de ellas
eran más o menos de tu edad: Blasa, Tere y la pequeña Juanita.
En fin, son datos que quizás no te digan nada, porque
nuestras vidas en esa época iban por caminos muy diferentes.
Otra
vez la sencillez de Mª Teresa
Mª Socorro: no sé si soy muy atrevida y si te va a molestar el
relato que he escrito, pero han venido a mi memoria unas
vivencias que tuve en las que, casualmente, está presente tu
historia. Si estoy equivocada, me disculpas y te tomas el relato
como algo ficticio, pero me gustaría poder contrastar esos
recuerdos con la realidad y la persona más adecuada para sacarme
de dudas eres tú.
Un abrazo
TERESA
M. Teresa Fuentes Caballero
Plaza Virgen de la Amargura, nº 1, 1º B
JEREZ
[email protected]
Teléfono: 956…
Móvil: 660…
ENTRE LA REALIDAD Y EL SUEÑO
Como
siempre, el verano era sofocante y el amanecer permitía un respiro a
la tórrida noche, en la que no se podía dormir sobre los colchones
de lana. Mi padre solía coger una manta, o un colchoncillo de
farfolla, y se situaba justo en la entrada de la casa, detrás de la
puerta; era la única forma de poder “pegar ojo”.
Esa
mañana, perezosa, y protegida de las prisas cotidianas de mi madre,
disfrutaba de las únicas horas frescas del día, desperezándome en mi
catre. Abajo, al final de la escalera, había un “camapé” y
una mesa camilla, donde transcurrían las conversaciones privadas, y
también las “churreterías” cotidianas. No era el único día que me
despertaban las voces de la vecina, que había llegado con alguna
noticia cierta, o un “mira lo que dicen” malintencionado.
Pero
aquello que escuchaba me resultaba conocido: un drama. Durante la
noche, sin saber cómo, alguien había tenido un fatal accidente en no
sé qué lugar de la carretera, llegando al pueblo. Se me heló la
sangre. Esa misma noche había tenido un sueño en el que pude ver
clarísimamente ese suceso. Creo recordar que el accidentado
se llamaba Don Ángel y era el padre de unas muchachas que vivían en
la Salina. Una familia muy conocida, aunque algo distante de la
gente corriente del pueblo, ya que pertenecían a esa clase social
que, en aquel tiempo, era muy endogámica.
Yo era
una niña curiosa y me fijaba en ellas, cuando aparecían por el
pueblo. Eran tres hermanas de aspecto muy diferente, pero que a
mí me resultaban muy atractivas. Seguramente era ese misterio
que había en torno a ellas… nada tangible, pero existente para la
mayoría de la gente como yo: una niña sin horizontes, cuyo destino
parecía escrito para siempre.
A la mayor, Socorro,
la recuerdo alta, delgada y morena, pero lo más llamativo en ella
era su actitud; daba la sensación de estar de vuelta de todo y de
no necesitar aprobación de nadie. Indómita e independiente, es la
mejor definición que encuentro. La segunda era
totalmente diferente en el físico: rubia, pelo largo y lacio y de
una delgadez extrema: así la recuerdo. Sin embargo, su imagen no
daba la misma sensación de seguridad que la de su hermana. Lo que a
mí me sugería era timidez e introversión. La pequeña
creo que era de mi edad y quizás se llamaba ¿Mai…? También tenía el
pelo rubio, pero no tan lacio como el de su hermana y solía llevar
una melenita corta y ondulada. A Mai la recuerdo muy bonita,
aunque no puedo asegurar que su imagen fuera tal como la evoco en
este momento, lo mismo que la de sus hermanas. Puede ser que
ninguna de ellas, ni siquiera la historia del accidente sea real,
quizás el tiempo y la imaginación me estén jugando una mala pasada,
pero diría que esta historia es tan real para mí, que nunca he
olvidado ese día en que soñé que un hombre, aún joven, padre de tres
hijas, moría en una cuneta, y al despertarme resultó ser una
realidad.
¡Ah,
Teresa! Me devuelves a momentos mágicos.
¡Qué bien! Me preocupaba meter la pata
con algo tan íntimo y, me imagino, que doloroso.
Pero hoy no quiero hablar de eso, sino de tu faceta de
escritora.
Esto son palabras mayores He
leído -devorado- tu relato que no es tal. Es un inicio de
relato, MÁS QUE BUENO.
No sabes cómo te agradezco este comentario
Te digo por qué. Has sabido crear un clima, un planteamiento de
personajes perfecto. Has despertado -enganchado- la curiosidad
del lector. Pero lo has dejado en "coitus interruptus". Lo que
quiero decir es que todo relato tiene tres fases:
planteamiento, nudo y desenlace. Tú has "planteado" de
forma más que suficiente. ¡Esplendida!
GRACIAS Te
falta el nudo, en el que tendrás que explicar -con
contención-, la razón de tu fascinación por esas niñas "lejanas"
que te llamaban la atención.
Voy a tener que pensarlo, porque hay cosas conscientes, pero
debe haber algo por ahí que ni siquiera yo sé explicar
El desenlace
lo viviremos en estos días del encuentro en Bedmar. Mucho me
temo que tu relato tendrá que esperar aún algún tiempo hasta que
pase el agosto.
¡Estoy que no vivo! Esto es muy literario, ¿no crees? Aún no
tengo claro si el relato lo consideras real o pura ficción.
Creo, sinceramente, que
ha sido un milagro re-conocerte; porque tengo anécdotas de tus
tíos, Paco y Mª Francisca, que te dejarían con la boca abierta.
Esto sí que no lo esperaba. Se me han humedecido los ojos, y no
entiendo por qué eso de saber cosas de mi tía, contadas por
alguien ajeno a la familia, me ha impresionado. La historia de
ella y su familia ha sido muy trágica... quizás es eso.
Pero,
volvamos a tus habilidades de escritora: tienes que
seguir. Hay que seguir. Eres una maravilla cuidando textos y
planteando situaciones.
De verdad que esto es importante para mí. Sobre todo si me lo
dice alguien que sabe de lo que habla.
¿Sabes algo de la autoridad femenina...? Me refiero a los
textos de las feministas italianas... Quizás tú pudieras
convertirte en eso para mí; esa persona que ejerce un papel de
maestra-guía en este terreno de la escritura creativa. Pero...
Socorro, cuando leo tus textos y los de otras personas que
escriben poesía, siento que me faltan tantas palabras... tanto
bagaje... Pero me anima lo que me dices, de verdad...
Una amenaza: o sigues, o ejerzo
de la muchachita que tú conociste y te inflo.
¡jajajaja! Esto de "te inflo" me parece lejano, pero muy
familiar.
Besos
Soco
Un abrazo para tí
TERESA
* *
*
Llegó como un torbellino al Centro Cultural donde se presentaba mi
Libro <MÁGINA MÁGICA; Cuchicheos y Patrañas>, y, simplemente, me
dijo: soy yo.
Yo supe inmediatamente que era “Ella”.
Ella es
pequeña, nerviosa, pelirroja (o, como dicen en nuestro Pueblo,
“jara”), y entrañable.
Hace muchos,
demasiados años que Ella emigró con tantos otros que salieron del
Pueblo acarreando hambruna y
anhelando horizontes menos crueles que los que dejaban a sus
espaldas: los helazones de la recogida de la aceituna, la sed
interminable en las faenas de siega y barcina de Los Montes, el
apedrear cabras por esas trochas de Dios por las que los pastores se
perdían con un puña’o de aceitunas y un cacho pan en la capacha como
único condumio del día; el acarrear “granillo”,
arrancado de
los lentiscos
a desollejones vivos,
para venderlo como pienso de marranillos de CasaBien; el
bajar a la Plaza a ver si algún manigero de los grandes cortijos les
apalabraba para una jornada de faena de temporada, ajustándoles el
jornal a tanto el surco o el
haza
sembrada; el despellejarse las manos arrancando, cociendo y majando
el durísimo esparto de la Serrezuela para convertirlo en guitas,
pleitas, capachos, serones, esteras…
Ella era (y hablo en pasado expresamente) sobrina de la mujer
de uno de los muleros del Barranquillo, el cortijo de mi
Abuela. Yo era la nieta de la Señora de la Casería.
Ella nunca supo que aquella tela metálica que separaba mi
jardín de su corral era una frontera entre la libertad de Ella y mi
encierro para “NiñaBien” que había de aprender antes de
tiempo a nadar, disparar, montar a caballo, calcular cosechas,
establecer distancias…
Yo no me siento ahora en deuda con los menos
favorecidos. Nacimos y nos criamos como dispusieron los demás, y
desecho cualquier sentimiento de culpa que pueda empañar lo poco o
mucho que me quede de camino.
Ella y Yo, ahora, hemos emparejado distancias. Ésa es la
grandeza de lo que se nos puede pedir cuentas, porque de eso sí que
somos responsables.
Yo escribo relatos, poemas… Ella escribe libros como el que
nos presentó en Bedmar: <Al hilo de la conversación>, en el
que habla de “la voz, memoria y vida cotidiana de las mujeres del
campo”.
¡Benditos sean estos encuentros que rompen viejas fronteras!
* *
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