Sí: la Gramática
puede ser oscura como nubarrón de invierno; áspera como los
membrillos sin madurar; trabajosa como una china en el zapato del Escribidor.
Hasta que se
le alzan las "senaguas" a la enrevesada señora, y
se le airean las vergüenzas.
Entonces pierde todo el misterio y empieza a oler a tierra mojada; sabe
a membrillo maduro; y se vuelve tiernecica como el pan caliente.
Para eso, hay que saber entrarle por los atajos que la muy pendeja tiene .
Eso es lo que yo
en hacer: encontrarle entradas y salidas con las que manejarme en
el oficio.
No
se trata de ser un ser redicho. Se trata, simplemente, de hablarse de tú a
tú con las reglas más simples del saber escribir.
Pues
quien domina la palabra y el verbo
es dueño y señor del Universo, porque dueño será del
exacto nombre de las cosas, y porque podrá escalar, peldaño a peldaño, la Babel del pensamiento...
Porque
,sin la Gramática ,nuestra tarea de Escribidores es
confusa,
bueno será que nos rindamos a su Señorío.
Y
nada hay más sencillo
que reducir sus reglas y entresijos a simplezas de
andar por casa.
Es lo que hay en
el luminoso
Libro de las
Gramatiquerías
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