|
INTRODUCCIÓN y
DEDICATORIAS
¿Quién no se
ha despertado en mitad de la noche, creyendo que era
tarde cuando aún había tiempo?
¿Quién no ha
llamado al sueño desesperadamente para seguir soñando?
¿Quién no se
ha enamorado de un sueño pasajero a pesar del otoño?
¿Y quién no
ha dicho un tristísimo adiós a pájaros tardíos?
Todo eso, y
mucho más, es este Poemario de Otoño, en el que
sobrevuela la emoción más antigua, más recalcitrante.
Esa que no envejece:
El amor.
Dedicatoria:
A todos los
rincones que me vieron un día…
Y a los que
no me vieron pero los presentí en la voz de los otros.
Y a los
otros, a los que nunca fueron.
Y a los que
fueron sin ser.
Y a los que
sigan siendo, aunque sea para siempre...
Mª Socorro Mármol Brís
[email protected] |
|
|
|
20/2007
PRESEAS Y TUMBAGAS
(Yo
me pienso que Dios se ha vuelto loco)
Comprarle a Dios palabras
para escribir mis versos
resulta un buen negocio:
Yo le doy calderilla
y Él se equivoca siempre con las vueltas.
Nunca me sisa el cambio.
Distraído en sus cosas, me
devuelve
en ojos que me miran y en gente que me escucha
el tiempo que le robo de madrugada al sueño.
Y si algún día le llevo
primicias de poemas
"El-Viejo" se entretiene
en adornar las hojas de mis libros
como si fueran novias primerizas
y les cuelga a mis versos preseas y tumbagas.
Yo me pienso que Dios se ha vuelto loco.
|
|
|
21/2007
PERO
¿LA BELLA DURMIENTE ESTÁ DESPIERTA?
Me creíste dormida dócilmente
y para entretenerte saliste a la espesura
saeta ejecutora de gacelas.
Hube de despertarme en otros labios.
“El ciego sol, la sed y la fatiga…”
¡Cómo cambió el paisaje de mi boca!
Confesa y no convicta. Ajusticiada.
Gaviola
en CasaMora en un Junio de 2007.
|
|
|
22/2007
A Luis A. Que vive frente a los trenes
CON VISTAS
A LA ESTACIÓN DE ATOCHA
Ahora que ya sé
hacia dónde vuelven
sus ojos de
poniente tus balcones,
y he visto los
cristales empañados
en miradas
veladas por la espera…
Ahora, que te
pienso y te presagio
en ese golpeteo
de vagones
donde se acaba
el tren; y algún recuerdo
sin viejos
maleteros que lo empujen…
Ahora, que no
estamos –nadie está
allí donde se
muerden abandonos-
y estamos sin
estar entre las cosas
porque las cosas
son como traiciones…
Ahora que
sospecho los raíles
truncados en vía
muerta como sueños
rotos de
madrugada por la queja
de algún
despertador olvidadizo…
Ahora, Amigo
Mío, en la distancia
comprendo la
tristeza de la luna
cuando sube en
silencio, como un ángel
el pardo y
vertical paisaje urbano.
Gaviola. Madrid-Atocha. 4/06/2007
|
|
|
23/2007
LA NORIA
Sentir que las mañanas son iguales
como si en sol hubiese envejecido
reclinado sobre el sillón de tiempo
sin lavarse las manos ni la cara….
Sentir los carillones de todas las iglesias
o del ayuntamiento recién enjalbegado
quejarse mansamente a cada hora
del día o de la noche, jadeantes,
como llamando al sueño disoluto…
Sentir que el mundo entero cabecea
como un inmenso cráneo enloquecido
mesándose los huecos de las huellas
abiertas como brechas por mis pies
en sus fachadas tristes sin ventanas…
Y aún así, como una bestia dócil
seguir…, seguir…, seguir…
seguir acarreando canjilones
de agua subterránea y medio ciega
para apagar la sed de la memoria…
Gaviola en Marineda. En un8/06/2007
|
|
|
24/2007
Para Alicia: que guarda sus silencios como quien guarda
agua entre las mimbres.
AYER Y JUNTO AL MAR
Ayer, y junto al
Mar…
un oleaje ebrio
en una copa,
y los labios,
también en oleaje,
yendo y viniendo
ajenos
a la luz de unos
ojos abrumados
por la directa
luz de otra mirada
de interrogante
azul.
Te lo dije. Te
lo he dicho mil veces:
Junto a la Mar
el verbo
se olvida del
deslinde de fronteras
y arrastra sin
pudor las caracolas
vacías; y las
tristes y añejas soledades
que dejaron de
ser como un dolor
y ahora no son
más que inercias blancas.
Ayer y junto al
Mar
alzabas con
cautela la copa de las algas
para que el yodo
hiciera su faena:
cauterizar
torpezas y deslices
por que no se
pudrieran macerados
en la triste
gangrena de lo inédito.
Y la sal
derramada en las heridas
abiertas a
destajo en la piel joven
hace ya mucho
tiempo que no escuece;
Tú sabes de qué
hablo…
Nunca reniego
luego de la voz
izada como
espuma entre las olas
o despeñada
ingenua a borbotones
en la rompiente
roja y compasiva
de una copa
guardesa de buen vino
ociosamente
libre de lo exacto.
Te lo dije. Te
lo he dicho mil veces:
Sólo hablar nos
redime
de ser un trasto
viejo
o un pecio
abandonado a la deriva.
Gaviola en Marineda. En un ocho de Junio de 2007.
|
|
|
25/2007
A esas voces lejanas e inquietantes...
EN
LA DISTANCIA, UN NIÑO
He sido cómplice
asidua de la arena
silícea, yerma,
infértil y agrietada
en dunas donde el
útero convexo
era sólo espejismo de
preñez.
(En la distancia un
niño
que aún no había
nacido
buscaba los pezones de
los dátiles)
He sido del sigilo y
de la bruma
recipiente sin fondo,
taciturno.
Y fermentaba en
certidumbre intacta
el triste desamor de
haber amado.
(En la distancia un
niño
se empeñaba en nacer
como en un a destiempo
de palmeras)
No sé por qué - candor
- pero hoy acuno
la tentación fugaz de
la palabra.
Desde el desierto
llega un viento helado;
será que las estrellas
se han dormido.
(En la distancia un
niño parpadea
con ojos de jazmín
recién abierto
esparciendo el aroma
de la noche)
Yo quisiera decir...
Pero mi voz drenaba un
riesgo estéril
cómplice del silencio
criminal
con el que
cobijé tus desnudeces
incapaces al despuntar
el día...
(Muy cerca ahora un
niño nuevo gime
como si me aguardara
en el desierto
con ojos de gacela
asustadiza...)
Gaviola en Marineda, en un 8 de Junio de 2007.
|
|
|
26/2007
TAMBIÉN YO SIENTO MIEDO
También yo siento el vértigo
de olvidar y abocarme
sobre el brocal del pozo,
mirar presa a la luna,
perdida, reflejada
allí en lo más profundo,
y bajar a bebérmela
sabiendo que no es luna.
También yo
siento miedo.
La noche no
fue nunca
mi mejor
consejera:
enciende
farolillos
de jazmines
azules
como si
fueran ojos
balsámicos y
grandes
curvos,
igual que un pomo
de jaspe y
madreperla.
También yo
siento miedo.
El viento se
embozaba
huyendo de
sí mismo.
Un pájaro
nocturno
con plumas
de cautela
apenas se
atrevía
a serenar
latidos
locos,
borboteantes.
*
Y se hizo el silencio a ser sólo silencio
para dejar que hablaran los díscolos latidos.
Gaviola en Marineda. Un 10 de Junio de 2007
|
|
|
27/2007
DEBE SER
PRIMAVERA
Debe serlo:
debe ser
Primavera
a pesar de
la escarcha.
(El pelo
–pienso- es siempre mentiroso)
Debe ser
Primavera.
Lo sé por
que en la risa
me anidó un
aleteo
de plumas y
de espacios,
de trigo
verde y dátiles,
de flor de
albaricoque
y de humedad
que huele
a noches de
sudor y de rocío.
Lo sé porque
en el aire
espío la
espirales
del vuelo de
los pájaros
mientras que
expío la culpa
de brotar a
destiempo,
alborotada,
absorta
en un
gorrión chico
que a mis
pies picotea
las escasas
migajas
del
inminente otoño.
Lo sé por el
trajín
de un júbilo
al galope
loco como un
potrillo
trotando
entre la hierba
del pecho
envejecido.
¿O este
golpeteo,
este trémolo
pámpano
este mugrón
confuso en desazones
es sólo el
corazón que se desmanda?
Gaviola en
Marineda en un 10 de Junio de 2007
|
|
|
28/2007
FRUTOS
SECOS
Lo supe ya
antes de las cerezas:
los besos
tiernos
los besos
inmaduros
nunca deben
morderse
ni beberse a
destajo.
Arden en las
entrañas
como el
fuego.
Los besos
son redondos
cuando aún
están verdes
y hay que
administrarlos
igual que
las monedas:
uno a uno;
con tino.
Y los besos
añejos,
los que
saben a pan
duro y
enflorecido
a labios
rancios, fríos,
a uvas en
invierno
a mosto
fermentado…
procuro
racionarlos
para no
emborracharme
perdida
entre dos luces.
¡Lástima de
este súbito afán de frutos secos!
Gaviola
en Marineda en un 10 de Junio de 2007.
|
|
|
29/2007
VULNERABLE
Vulnerable
como una
margarita que se duele
de aquel
fatal dilema de sus pétalos.
Vulnerable
como un ramo
de juncia en el asfalto
en día de
Corpus-Cristi.
Vulnerable
como un
perrillo chico extraviado;
como
cualquier mujer abandonada.
Una sola
palabra en la espesura
basta para
la redención o la condena.
-¡Quién
sabe, ay, quien sabe!-
Ahora tú sabrás
si has de seguir hablando…
Gaviola en
CasaMora, en un 14/06/2007
|
|
|
30/2007
COMO EL ÚLTIMO FARO
Presiento
que éste es mi último viaje,
y tú,
velando inquieto, Faro del fin del Mundo
aguda espina
mínima, musa de Julio Verne
en las
inmensidades heladas de Ushuaia.
Un frío
irracional sustituye al invierno
allí donde
el invierno descongeló el latido.
Pero su voz
no llega y el silencio es tan libre
como sábanas
muertas tendidas en un patio.
Me he
vendado los ojos con gasas de cordura
-ay,
quisiera estar loca para mirar destellos
de los faros
inútiles que siguen alumbrando
viajes
imprudentes con náufragos a bordo-.
Presiento
que éste es mi último viaje
pero a pesar
del viento que rasgará mis velas
las estoy
desplegando como en fatal suicidio.
Gaviola en Marineda en un 18 de Junio de 2007.
|
|
|
31/2007
COMO UN COLLAR DE
LLUVIA
(Cuando llovía sobre un Madrid de Junio)
Como un
collar de lluvia te ciñes a mis sienes
cuenta a
cuenta, ensartado en hilos invisibles
y me
arrullas con lluvia la aridez de los labios
sin tocarlos
siquiera, como un rumor de aire.
Me humedeces
los ojos con tu mirada larga
(larga como
la lluvia al trasluz de la sed).
Y los ojos
se empañan como si fueran niños
que lloran
en silencio un juguete imposible.
Me alimentas
la piel hecha de deserciones,
trémula de
abandonos, rasgada y dolorosa
y te ofrezco
la piel como si fuera tierra
ansiosa de
empaparse en tormentas de estío.
Llueve,
llueve a lo lejos, allí, sobre un paisaje
de apenas un
segundo cargado de arrebatos;
y salgo a la
intemperie sin cautelas que cubran
mis manos
desangradas en arenas estériles.
Un rayo de
distancias parte en dos el deseo.
El collar de
la lluvia vuelve a desenhebrar
una a una,
sus cuentas como lágrimas rotas
por un sol
implacable que agotara la niebla.
Y el ocaso
se aturde reflejado en los charcos.
Gaviola en Marineda en un 17/Junio/2007
|
|
|
34/2007
CUANDO EL CORAZÓN SE EMPEÑA
(Mixto)
Cuando el corazón se empeña en palpitar al ritmo
inesperado de una flauta, escribir no es más que empuñar
el lápiz como si fuera una batuta con la que llevarle el
ritmo al corazón.
Y siento el corazón
como frenético
con sus canas de amor
recién teñidas
con las estrías del
tiempo bendiciendo
al irrisorio tiempo
que les queda
y un sonido de besos
silenciados
gritando entre el
rumor de los ventrículos.
Cuando el
corazón se empeña en resucitar a los muertos, escribir
no es más que empezar a hacer milagros en mitad del
desierto de la noche, dibujando con flores la pasión los
labios de algún desconocido.
Y siento el corazón
como un fantasma
que arrastra sus
cadenas por las hojas
de mi antiguo cuaderno
de renuncias
y va dejando un rastro
de grilletes
cercenados a golpe de
guadaña.
Gaviola en
Marineda en un 18 de Junio de 2007.
|
|
|
36/2007
MUDANZAS
(Dedicado a
una mujer que, como todas,
guardaba su ternura entre papeles, en una vieja caja de
mudanzas sin desembalar)
Mi hogar
fue casi
siempre un tránsito de heridas,
un montón
más o menos importante
de cajas de
mudanza sin abrir.
Mi
escritorio
una vieja
libreta de dos rayas
divorciadas,
distantes, paralelas
-perdida
entre las cosas de mi bolso
tan
desacostumbrado a las caricias-
Pero a
veces, algún verso nocturno
escrito como
a golpe de ternura
se cruzaba
con unos ojos tristes
que vagaban
ciegos de soledad
sin
encontrar sus anegadas órbitas.
Y entonces
nos miramos –¿lo recuerdas?-
lo mismo
que dos pájaros de fuego.
Mi corazón…
¡Ay este
viejo fogoso y exigente
que nunca se
resigna al abandono!
No sabe si
olvidar a dentelladas
o empezar a
embalar el nuevo brote
de esta
extraña mudanza que se anuncia
con
silencios audaces y larguísimos.
Acaso se
decida –pobre hambriento-
a latir como
náufrago de un día
en un
puerto perdido entre jazmines
fugaces,
quebradizos y precarios
sin
urgencias de cajas por abrir.
Y subirá del
Mar como en aliento
el olor de
la noche sanjuanera
para cuajar
un beso en la distancia
y calmar el
ardor sobre la frente.
Gaviola en Marineda; en un 23 de Junio de 2007
|
|
|
37/2007
QUÉ POCO TE CONOZCO
¡Qué poco te conozco!
Estaba repasando tu recuerdo
y el tiempo eran dos horas
apenas presentidas,
envueltas en palabras,
en gentes de ida y vuelta,
en asombros
de un “cómo - fue” confuso.
¡Qué poco tiempo hace!
Hace ya más de un siglo que ahí estabas
y yo no te veía.
Pero te acurrucabas en ternura
desde que el mundo es mundo
y todas las estrellas no eran más
que el inquietante anuncio de la noche
para embozar despacio los olvidos.
¿Qué haces por las noches?
¿Te abres como un lirio y embalsamas
silencios siderales,
espacios infinitos,
nostalgias sin infancia,
manos sin otras manos que cobijen
la inquietud indecisa entre dos luces…?
No quiero sustraerme
a este mínimo rastro desmañado
que aún guardo de ti:
¡Qué inocencia de apenas la mirada!
¡Qué candor inmolado en la rendija
de un tentador momento sin ofrenda!
¡Que amor sin coyuntura!
¡Qué párvulo holocausto!
Gaviola en
Marineda. En un 25 de Junio de 2007
|
|
|
39/2007
DAMA DE NOCHE
ENAMORADA
¡Es tan corto el
Verano…!
Me gusta perseguir
a la Dama-de-Noche por
la noche
por ver cómo se esmera
en los detalles.
Y es que está
enamorada…
Al declinar el sol se
despereza
como una niña antigua,
se viste de candor,
como de estreno,
se coloca peinillas
verdiblancas
entre su pelo verde,
perfuma las axilas de
sus pétalos
como cuencos de
aliento en ofertorio
postrados sobre el
lienzo de la noche;
se calza con chinelas
y corre y taconea
seductora
por esos callejones
junto al Mar.
El destello imprudente
de algún faro varado
en lejanías
le alza las “senaguas”
al destiempo
y le borda vainicas de
ternura
entre los entredoses
de las sombras.
¡Ay, la
Dama-de-Noche-enamorada!
Sabe que su fragancia
está desnuda
como un beso
improbable
fugaz igual que un
tiempo de albarillos.
¡Es tan corto el
Verano…!
Será que todo es breve
en el amor,
antojadizo y breve.
Irracional y breve.
Precario como un ramo
de violetas.
Y deben apurarse los
minutos.
Gaviola en CasaMora, en un 29 de Junio de 2007.
|
|
|
40/2007
PAISAJE CON TORMENTA
Mi
Sur está ennortado hacia tu Oriente
Señor del Sol-Naciente desnortado,
dueño de las almohadas donde duermen
su
sueño de nostalgias los crepúsculos.
La
Rosa de los Vientos se apasiona
por
rezagadas rosas de pasión
y
pone rumbo al centro de tus dunas
allí
donde arribar se hace bajío.
Mi
pasión marinera:
¡Navegar por tu piel un solo día!
Y
luego abandonar tus arrecifes
con
mi piel satisfecha y agotada
cual
náufrago desnudo...!
Hay
nereidas y fantasmas marinos
encendiendo cocuyos irreales,
luciérnagas fogosas que rielan
al
fondo de un confín en oleaje
forzado a la bonanza.
Y en
mitad del tornado, el corazón
indefenso, bregando repudiado
como
un grano de sal en una herida.
Gaviola en CasaMora. En un 29 de Junio de 2007.
|
|
|
41/2007
AHORA QUE NO ESTÁS
Fueron las lágrimas
vírgenes pequeñitas
vistiendo desnudeces.
(Como con vida propia.
Y muy tristes…)
Ahora que los trigos
duermen su madurez
perdidos en los trojes
más oscuros…
(Será que las espigas
se rompieron)
Ahora en que el Verano
aumenta los perfiles
y cuelga emigraciones
sobre el agua…
(Serán las golondrinas
que se van)
Ahora que un mutismo
de siesta y de
nostalgia
se alza como un dios
de desconsuelo…
Ahora que no estás…
(Nunca estuviste)
Ahora todo el llanto
juega con los ajuares
de las vírgenes.
(Será que…)
Gaviola en CasaMora. En
un 3/07/2007
|
|
|
42/2007
ESTÁ LA TARDE INCIERTA
Está la
tarde limpia
igual que
un lienzo abierto a los pinceles,
igual que
un pergamino
en
blanco. Sin mano que lo escriba.
Está
limpia y vacía
con un
silencio denso y testarudo,
suspendido en las sombras,
sin una
vibración, sin un sonido.
Está la
tarde incierta…
La
soledad es como una cuchilla
de filo
imperceptible
que
perfora el afán de las ventanas…
Y los
ojos se asoman a la tarde
de
cualquier caminante extraviado
que
desanda el camino del deseo.
Como
quien corta seda,
la tarde
y su congoja
cortaban
las amarras una a una,
con un
extraño augurio de retoños
en el
tallo cansado de ser leña.
Y planeó
a deshora
mecida
por las alas de los pájaros
que
volvían a sus nidos
antes de
que la noche le asfixiara
los
últimos destellos.
Está la
tarde incierta…
Hay
frutas que maduran con los fríos,
antes que
el sol les bese el corazón,
antes de
que las nieves
se
vuelvan alimento indispensable
al cauce
de la vida
y a la
raíz del chopo;
antes de
que el verano
catequice
las túnicas del trigo
con
acechos de oro y de guadañas.
Hay
frutas maceradas en tristeza
de piel
desmemoriada a la caricia,
reclusas
de su otoño,
que en su
candor se obstinan
en
redimir descuidos,
en
renovar azúcar y rubores
para
morir disueltas en la boca
de un
peregrino errante y rezagado
ávido de
la pulpa del almíbar.
Hay bocas
transeúntes
que
paladean la médula del tiempo
sin saber
que es un tiempo anochecido.
Está la
tarde incierta…
Gaviola en Marineda. En un 7/07/2007
|
|
|
43/2007
CATÓN DE AMOR PERDIDO
Como en
aquella vieja cartilla de la infancia
te enseñaba
a leer sobre mis versos:
La “eme” con
la “i” inicia el mi-edo,
y con la “a”
el a-mor
que rompe
por el Este en emociones
donde la “e”
sestea
con
estremecimientos de azahares.
Con la “u”,
la última
vocal que cierra el círculo,
se puede
escribir “muerte”
y sucumbir
unidos
lo mismo que
dos únicos amantes
urdidos en
arrullo.
O si
quieres,
con la “o”
del olvido
igual que el
“Olmo seco” de Machado
tocado en a
destiempos
por la pena
de Abril y el feroz Mayo-
podemos
escribir un desgarrarnos
que
volviendo a la “i” es “im-posible”.
Porque el
amor de otoño
visto desde
el otero de la “i”
es
im-perecedero
imbécil
in-audito
in-conveniente siempre,
in-capaz de
guardarse de unos ojos
ingenuos, im-pre-vistos,
inocentes...
(Mis versos
suplicaban)
¡Apréndete
la “A”!
“A” del
amor abstruso,
loco y
apresurado,
aturdido en
su exigencia absurda.
“A” de
amantes impúdicos
que se
arriesgan a urbanos desencuentros
en medio del
asfalto indiferente
queriéndose
a deshora.
Amor
“i-renunciable”
incubado por
íncubos asedios
sobre esta
vieja torre frágil, desguarnecida
exactamente
al Este, en el costado
por donde
apunta el sol cada mañana
el rejón de
su luz perecedera.
*
Como en un
manual de adolescencia,
Arquímedes
tejía entre mis versos
su principio
de tierna ingravidez
allí donde
el catón de los sigilos
se había
vuelto imprudente.
Doctorada en
dolor
me
arrepiento de desarrepentirme
de utilizar
la “e” de las enmiendas.
Gaviola en Marineda. En un 7/07/2007.
|
|
|
44/2007
DES-DESENAMORARSE
Des-desenamorarse
es como
des-nudarse de tristeza:
Se
arranca uno la blusa del abrazo,
se le
saca la lengua a la nostalgia
y se echa
a dormir la borrachera.
Pero
antes, igual que una liturgia
se van
desabrochando, uno a uno,
en los
labios sedientos de combate,
cada
botón de nácar y de besos
que aún
remoloneen rezagados.
Hay que
tener talento
para no
desgarrar en la cintura
el cerco
casual que la ciñó
con un
lazo de apenas un segundo.
El tul de
las urgencias desgastadas
es
demasiado frágil…
Sería
indispensable –por si acaso-
guardar
el desaliento en un pañuelo
húmedo de
albahaca y alhucema
antes de
que se extinga en un descuido
la
fragancia de gasa y lejanía
del tacto
imaginado de una piel
sobre el
intacto lino de las sábanas.
En
perchas de horas muertas
se
cuelgan los insomnios
limpiando
en las pestañas una a una
el rimel
de las lágrimas furtivas.
Bajo el
despertador de los latidos
se atan
cintas negras. Y con tiento
para que
los fantasmas no se alerten,
se
amortaja la noche con sudarios
tejidos
con la sangre de una flor.
Debe
ajustarse, sí, bien el justillo
del
último recuerdo entre dos luces
para no
tropezar con sus cordones
al bajar
la escalera del olvido.
Y con la
piel desnuda de ropas y de besos
se arroja
el cuerpo al mar
como
quien lanza vísceras de peces
para
cebar el hambre de las olas.
(Lo justo
sería luego
que
alguien pronunciara una oración
por la
sed insaciada de los justos…)
Pero… ¿Y
si no hubo nunca
ni brazos
en abrigo ni abotonar de besos
ni
labores de amor en el telar,
ni un
cuello confiado y palpitante
donde
enterrar la boca enamorada?
¿Y si no
hubo ni pies descarriados
ni
peregrino errando caminos de ida y vuelta?
¿Y si el
amor es siempre
un niño
abandonado, desnudo y afligido?
¿…?
Gaviola en
Marineda. En un 8/07/2007.
|
|
|
46/2007
QUERIDA NIÑA AZUL
(Para aquella muchacha que un año muy lejano tuvo un
vestido azul)
Querida niña
azul:
Escribirte
esta carta es asustarme
de volver al
color de las violetas
y al olor de
la fruta cuando verde.
Y es que los
viejos –bien que lo sabes tú-
somos como
zorzales de ciudad:
torpes y
asustadizos.
¿Es que no
eras feliz mientras dormías
el sueño
encanecido del hastío?
¿Acaso
quieres ser como el siroco
que muda
demudando las veletas
y tienta a
los cimientos de las torres
a levantar
un vuelo inalcanzable
zozobrado en
el caz hacia el abismo?
Pero yo…
¿qué me digo si soy sólo
una vieja
liada en los telares
donde el
silencio teje mansedumbres
hechas de
desencanto…?
No me hagas
mucho caso,
querida niña
azul, recalcitrante
contra el
tiempo sicario del amor.
No me hagas
mucho caso…
Y ésta que
lo es (sin deber serlo)
y nunca se
olvidó de aquel azul
que fue su
primer beso enajenado
no quiere
entretener con reprimendas
tu última
locura.
Gaviola en Marineda. En un 8/07/2007
|
|
|
CALLEJONES
(Para
un muchacho, que aún lo es cuando recuerda los olores
del Mar,
después de tantos años…)
¿Cómo
pararse entonces a pensar
-me has
dicho esta mañana-
en el
salvaje insomnio de los faros
yendo y
viniendo, naufragado y triste
en ráfagas
amantes desairadas
como largos
fantasmas bruñendo soledades?
(Su luz
sigue rasgando tu memoria
en el mismo
lugar donde quedó
prendada de
callejas, de olores y de infancia).
Éramos casi
niños –Me decías-.
Y el estío
un casto encubridor
con noches
de rabiosa adolescencia
disuelta en
aguijones por la sangre;
Domábamos
los cuerpos
subiendo
callejones de jazmines
igual que
enredaderas desmandadas
que se retan
a duelos empedrados.
Envueltos en
olor de cañadú
montábamos
corceles prohibidos
de alientos
de arrayán y yerbabuena,
de caricias
aún por estrenar,
de melodías
oscuras y dulcísimas
saliendo por
detrás de las esteras
de todas las
ventanas encendidas
que olían a
cena pobre y pan bendito.
Conjura de
sargazos y de yodo
raptaban los
desmanes de la noche
en ciegas
bocanadas de verano;
en
estremecimientos indomables
en luz de
luna llena y voz menguante,
como tensos
arrullos escondidos
en bocas de
doncellas pequeñitas
con cuerpos
de batista perforada,
igual que un
sonajero de almidones
cantándole
una nana a una princesa
que no sabía
besar porque era impúber.
¡Ay, cómo te
recuerdo, Princesa mía sin nombre!
niña con
calcetines, piel de ángel,
con velo,
con misal y con manguitos
camino del
rosario de la aurora…
-Decía tu
pensamiento desde lejos-
-Y yo te iba
escuchando esta mañana
como si
desgranaras fugaces letanías
tercamente
irredentas del olvido-.
Y tú, como
los faros de aquel tiempo
de Mar y
aprendizajes fluorescentes,
vagabas en
insomnios alargados.
Y dices que
un poema ayer te sorprendió
con los ojos
abiertos hasta la madrugada
soñando en
tu princesa. Esa que aún abrigas
envuelta en
los olores densos y recurrentes
de todos los
veranos que habías arrinconado
detrás de la
memoria doblegada…
Gaviola en Marineda. En un 12 de Julio de 2007.
|
|
|
48/2007
MIENTRAS LA LUNA LLENA
Ayer noche
el sueño me
dejó sobre la almohada
una carta de
dulce
despedida
con un sello
de urgencia y sin remite.
Decía:
perdona que
no acuda a nuestra cita
perdona que
me vaya
sin avisarte
antes;
pero me he
enamorado de una luna
de paso,
eventual y transitorio,
con ojos que
rielan
sobre algún
mar de dudas boquiabierto.
Con corazón
de espumas en desgarro
que late
bajo el agua como un encaje roto
al borde de
las playas del poniente.
Con sus
manos ocultas
por un
guante anular de compromiso.
¡Tan llenas
de ternura. Y amarradas…!
Con su decir
de urgencias en menguante
y sus largos
silencios adiestrados
en ocultar
la incierta la luna nueva
con cautelas
pulsátiles y oscuras
de noches de
jazmín y de lavándula…
Este
amancebamiento
con esa luz
redonda, inaccesible
que cruza el
firmamento como un pájaro
sobre un
nido de escamas encumbradas
al oficio de
estrellas delatoras
sé que te
dejará los ojos tristes
y que toda
la noche
estarás como
el lobo
que le aúlla
congojas
a un amor
rezagado entre dos luces
que hace
tiempo perdió el tren de la ira…
No me
esperes despierta si es que puedes.
Aunque,
claro, sin mí…
Perdona si
la noche se hace larga;
no puedo
desistir del plenilunio
del último
candor que se ha encendido.
Voy a estar
licencioso apenas otra luna:
mientras la
luna llena…
Solamente
mientras la luna llena.
Gaviola en Marineda. En un 12 de Julio de 2007.
|
|
|
49/2007
TAMBORES ROTOS
¡Es tan
distante el eco del abrazo
contrito de
no serlo…!
Se rompió
antes de que brotara.
En la
monotonía de los tambores rotos
sesgados de
tristeza
caben todos
los duelos.
La pasión
sólo en el arrebato del costado
que rompe
los silencios
cada vez que
el clamor se torna en labios
y en manos y
en cintura
y en prisas
y en deseo
para templar
la urgencia destemplada
del
estremecimiento.
Gaviola en Marineda. En un 13/07/2007.
|
|
|
50/2007
SUS MIRADAS
Se cruzaron
en un
semáforo de luz intermitente
y en
dirección opuesta.
No se
dijeron nada; ya era tarde.
Y cuando se
callaron sus pupilas
con un
silencio obtuso y conveniente
las dos iban
llorando.
Gaviola en Marineda. En un 13 de Julio de 2007.
|
|
|
51/2007
NO LE PONGAMOS NOMBRE
No le
pongamos nombre si no quieres.
Concebido
por un útero estéril
cuando las
esperanzas ya dormían
su
desesperación imperturbable.
Neófito converso
apóstata en
la pila del bautismo
donde el
agua se torna en oleaje
y no quiere
lavar la eterna culpa
de volver a
latir igual que un niño
nacido sin
pecado original.
¿Amor?
No. No lo
pongamos nombre…
Tal vez es
algo más.
Y poco
menos.
Gaviola en Marineda. En un 13 de Julio de 2007.
|
|
|
52/2007
UN VERBO
CONJUGADO EN VOZ INSÓLITA
Quiera Dios
que Octubre “primavere”
en un
tornasolado de arco iris.
Infinitivo:
amar. (En cualquier tiempo).
Cruzarnos
fue otro verbo:
conjugar un
color recién brotado
de un cruce
de miradas
y ponerlo en
presente subjuntivo:
¡Ojala que
Octubre “primavere”…!
O en urgente
subjuntivo imperfecto:
Yo
“primaveraría” este paisaje
de voz casi
pasiva en la distancia
hoy que las
manos surgen imprevistas,
provisoras
de tímidos gerundios,
“primaverando” errantes
torrenteras.
O en futuro
imperfecto eventual:
Tú “primaverarás”
delgadas horas
allí donde
acunabas un eclipse
de tiempos
perifrásticos:
deber de
haber sitiado con los brazos,
el miedo
tembloroso y huidizo
de aquella
flor inerme que se guarda
del fruto de
tu vientre arrollador.
¿Sabré “primaverar
“ tu infinitivo
“amar”?
¿Y ser
amada?
(Participio
con un presente indómito).
Aunque “primaverar”
para nosotros
no quiera
conjugarse en un futuro?
Gaviola
en Marineda. En un 14 de Julio de 2007.
|
|
|
53/2007
COMO CHARLANDO A SOLAS
(Cuando lo de la carta…)
Tus manos
escribieron un papel,
lo
encarcelaron en una botella
y lo
echaron al Mar.
Mis manos
rescataron la botella
(un sobre
sin franqueo)
Abrieron
las amarras de ternura
velada en
aparentes liviandades
de
renglones dudosos y escarchados
y a solas
con las sombras de un recuerdo
nos
pusimos a hablar de nuestras cosas
papel y
corazón como en sigilos...
¡Qué
intimidad de voz enmudecida!
¡Que
cerca te sentí mientras no estabas!
Gaviola en Marineda. En un 14 de Julio de 2007.
|
|
|
54/2007
NUESTRA IMPROBABLE ROSA
(Espinas
Hilanderas)
Un
cuchicheo de espinas
andaba
hilando rosas:
Distancias
paralelas,
arterias sin
latido,
orillas de
dos mares
(¿o era el
mismo mar
abierto a
dos orillas?)
advertencias
de insomnio,
imprudencia
enroscada
igual que
una culebra
que
indolente estrangula
el
cuerpecillo yerto de un gorrión incauto
disuelto en
el encanto de una mirada ofidia…
Espinas
dolorosas como madres
imponiendo
la hora de volver
desde el
beso azabache del zaguán
al luto
iluminado del deseo.
Ojales de
cordura
abiertos
como a punta de puñal
sobre el
desasosiego de un pecho enamorado.
¡Pura
palabrería
de espinas
hilanderas
que quieren
asustarnos!
Y tú y yo
puro pétalo
tejido en
terciopelos escarlata,
vaciándonos
de amor sobre el telar
para trenzar
con sangre
a golpe de
latido
nuestra
improbable rosa.
Gaviola en Marineda. En un 15 de Julio de 2007.
|
|
|
55/2007
LA NOCHE EN MOVIMIENTO
Algunas
tardes
cuando el
cielo recobra el movimiento
a ritmo
de vencejos y crepúsculo
como un
reloj inmenso sin manillas…
Y el
jazmín se acurruca en los rincones
creyendo
que lo he visto
besándose
a escondidas con el aire…
Y la dama
de noche se divierte
jugando
con la noche al escondite…
Cuando
las margaritas se escabullen
por
debajo de todos los portillos
como
mozas livianas
que se
van con los novios
por
detrás de la iglesia…
Y el
silencio retoza con al agua
para
poner rumores en las sombras…
En esas
tarde tenues
se me
inquieta su recuerdo cautivo
lo mismo
que un jilguero en una jaula.
Entonces
pienso en él
y el
latido se vuelve minutero
con un
tic-tac de confusión y júbilo
recorriendo la esfera iluminada
de un
reloj aturdido y perentorio.
Amar es…
dar horas a deshora:
desandar
sin pudor los tiempos muertos
y empezar
a contar horas de espera.
Y luego
silenciar las campanadas
antes de
que amanezca sin remedio…
Gaviola en Marineda. En un 15 de Julio de 2007.
|
|
|
56/2007
PERO TE ESCRIBO
No escribo
para ti.
Quizá, desde
hace tiempo
no escribo
para nadie. No te inquietes.
Pero estás
en mi insomnio
lo mismo que
los cuentos infantiles
llenando de
terror de chocolate
la casita
del bosque prohibido.
Pueblas mi
oscuridad
igual que la
ternura de la luz
habita en la
ceguera de los necios.
(¡Que necia
negación nuestra ternura!)
Me devuelves
olores
igual que un
despertar de pan y aceite
y correrías
de albercas en Agosto
y pecados
de infancia venial
donde la
penitencia
era la
destemplada inquisición
con su “qué-horas-son-éstas-de-llegar”
de un rudo
padre nuestro.
De repente,
desde lo de tus ojos...
no
escribo para nadie.
Pero
escribo.
Y pasan por
mis manos las palabras
con un feroz
sigilo reincidente
en huelga de
mudez; como si el tiempo
se hubiera
detenido
en una calle
gris sin transeúntes
para dejarle
el paso despejado
a un
entierro de pliegos amarillos
con tu
caricia impresa entre renglones,
inédita y
borrada por mis lágrimas.
Están desperdigando tus
enseres.
Alguien
me da un cuaderno de tu parte
diciendo que
no has muerto
pero que estás muy
triste.
Y
me pongo a
escribir sobre tus líneas
de urgencias
enojadas y miedo visceral.
Tal parece
que
quisieras decir y desdecirte
a pesar de
los ojos…
Pero
callando siempre, por si acaso.
No tengas
miedo, amor, no tengas miedo.
No escribo
para ti.
Pero te
escribo.
Gaviola
en CasaMora. En un 16 de Julio de 2007.
|
|
|
57/2007
SON LAS DIEZ DE LA
NOCHE
Son las diez
de la noche y el cielo está lechoso
como si se
enojara con la “sin-luz” noctámbula.
Son las diez
de la noche de un verano cansado
de la pena
de ser casi un anciano muerto.
El alerón
del tiempo alza un vuelo de brujas
que le
ofrece manzanas a mi piel cenicienta;
y yo cual
BlancaNieves trasladada de libro
vuelvo a
morder la fruta de un cuento inmemorial.
(¿Por qué
será que el alma se amansa con la tarde
cuando la
tarde es ya puro desasosiego?)
Cuando el
reloj del sueño empiece a dar las doce
se deshará
la magia de su beso en mis párpados;
me dejaré
arrancar del país de sus huellas
en la piel
de mis manos y en la luz de mis ojos.
Miro a lo
lejos. Veo que el mar se está arropando
con sábanas
de niebla y rielar de miedos
nocturnos. Y
más lejos la inmensidad del agua
sobrehíla
horizontes uniendo oscuridades.
Son las diez
de la noche de una noche sin horas
y las horas
transcurren como ramos de ausencia…
Gaviola
en Marineda. En un 17/07/2007
|
|
|
58/2007
PERPLEJIDADES
¿Quién ha
colgado pájaros de arena
dentro de su
mirada peregrina
ahuyentando
las lágrimas más tristes?
(Quizá son
gorriones.
Sólo los
gorriones osarían
anidar la
ahuyentada tristeza de sus ojos)
*
¿Qué pincel
de delirios vislumbrados
está
pintando sombras de impaciencia
debajo del
silencio irreducible?
(Quizá sea
el crepúsculo
que aviva en
gris y rosa los latidos
de su
garganta urgente)
*
¿Qué hace
por las noches cuando a solas
persigue con
las yemas de los dedos
el rastro
imaginado de su olor?
(Quizá la
piel es sabia
y guarda
entre sus pliegues la ternura
que no
quería quedarse aletargada
en sus manos
dulcísimas)
*
Las alas de
la luz se están plegando.
Al fondo
sobre el lienzo de cualquier parque anónimo,
colgando del
recuerdo de la lluvia,
la sonrisa
desnuda e indefensa
de un
amorcillo chico
gira en
perplejidades infantiles.
Gaviola en Marineda. En un 20 de Julio de 2007.
|
|
|
59/2007
AYER
FUERON LOS EUCALIPTOS
Ayer los
eucaliptos
despeinaban
sofocos en el aire.
Y eclipses
transformados
en tiempos
de niñez que nunca olvidas
y en la que
yo no estuve.
(Aquí, por
donde vivo algunas veces,
-y a veces
me enajeno-
plantaron
eucaliptos)
No. No los
vi. Los tuyos,
los que
decías de entonces ya no estaban;
pero al
amanecer, junto a los míos,
pude oler su
recuerdo nigromántico
cuando cerré
los ojos escuchándote…
Ya no son
los que dices que te acosan,
los que te
despertaban
antes que el
sol tiñese de violeta
la vieja
carretera de levante
para poner
rumores alargados
en el
violento olor amanecido.
Ya no hay
carretera,
ni camión de
riego
embarrando
las hojas fenecidas;
ni dos niños
que jueguen a piola
bajo el
aroma espeso de los árboles
ajenos a los
ojos encendidos
que una niña
precoz, virgen y díscola.
Se trasmutó
en asfalto
la tierra
apisonada y anhelante
madre de
viejos troncos prehistóricos
donde gemían
perezas las cigarras.
Las
bombillas,
aquellas que
el amor apedreaba
para mejor
turbar oscuridades,
y piel y
calenturas y descaros,
y quejas
excitadas e inexpertas…
son ahora
farolas vanidosas
que espantan
al amor.
Y el viejo
apeadero
del rancio
trenecillo trepidante
que cruzaba
el calor de costa a costa
con su carga
de cuerpos sudorosos
es ahora un
espacio de catálogo
con su
casita espuria y su jardín
diseñado a
cincel, como de yeso,
poblado de
enanitos barrigudos
exangües y
marchitos.
(Aún queda
un eucalipto que se aburre
-dicen-
junto a una discoteca).
Ayer los
eucaliptos ya no estaban.
Pero su olor
persigue tu memoria
cuando
cierras los ojos y los hueles
y los
nombras con sed frente a mis ojos
cual
si aún existieran.
Y sobre la
hojarasca removida
de
nostalgias que vas desmenuzando
con olor a
pasado melancólico
recupero la
gracia de tu voz
hurgando en
el recuerdo de una infancia
en la que yo
no estuve.
Ayer fueron
los eucaliptos…
Gaviola en
Marineda. En un 21 de Julio de 2007
|
|
|
60/2007
DE
PRONTO, JUNTO A TI
De pronto
olía a niñez sin crisantemos:
sin huecos
en las sillas,
sin alcobas
cerradas,
sin
lamparillas chicas
flotando en
los tazones
del día de
los difuntos
(Una por
cada ausente).
De pronto
olía lo mismo que la escuela:
a siesta sin
pecado,
a la tabla
del siete,
a goma de
borrar,
a lapicero,
a queso
americano
a leche en
polvo,
a tórridos
rosarios
y a culpas
inventadas
para engañar
al cura.
De pronto
olía a temblor de primer beso
a espadas de
madera
y a muñecas
de trapo
abandonadas;
a pantalones
largos
y a medias
de cristal.
A romerías
indóciles
hartas de
culpa verde
en los
cañaverales
de la vega;
a pan de
cañamones,
a hornazos
con anises
a castañas
pilongas
y a inquieta
desazón.
De pronto
olía de nuevo a primavera
en mitad de
un otoño sedicioso.
Al ser y
poder ser
de lo de
entonces,
cuando no
era preciso
apurar el
olor de la renuncia.
Se desmandó
el latido
De pronto.
Junto a ti.
Después de
tantos años.
El otro día…
De pronto…
Gaviola en
Marineda. En un 22 de Julio de 2007.
|
|
|
61/2007
QUÉ
A DESTIEMPO
¡Qué feroz
osadía
soñar en ser
membrillo de septiembre,
uva de
corazón dulce y maduro,
fruta de
invierno
para unos
labios verdes!
¡Qué
atrevimiento
saberse
sicomoro trasnochado
y dejar que
una mano adolescente
dibuje un
corazón
sobre su
viejo tronco encanecido!
¡Qué
anacrónicos brotes de caléndulas
en mitad de
la escarcha del otoño!
¡Qué a
destiempo!
Gaviola en
Marineda. En un 22 de Julio de 2007
|
|
|
62/2007
LOS SONIDOS DEL ALBA
Encerrado en su jaula de afonía
sigue tarareando mi latido,
al ritmo del requiebro de sus manos,
un canto de emociones confinadas.
El beso sentenciado a ser deseo
implora libertad entre cerrojos
ensamblados con sólida cautela.
Y el deseo se torna en ser plegaria:
Una caricia suya, tan sólo una caricia
ni siquiera iniciada en un dibujo
de manos amorosas continentes
y el júbilo se alza en espiral
lo mismo que un enjambre de alas vírgenes.
Es como una paloma mensajera
que equivocara el rumbo en pleno vuelo
para llevarle el beso y el murmullo
a un corazón hermético y lejano
que late para mí desde las sombras.
Pero canta. Igual que la calandria
que al preso del romance le decía
cuándo las noches son, o cuándo el cosmos
recobraba las luces de la aurora.
Entonces, cuando suenan a lo lejos
las voces del silencio administrado
esposado con cintas de cendal
que amordazan los besos contenidos,
al borde de los dientes… Sólo entonces
el latido se crece en su prisión
golpeando las puertas de mi pecho
pidiendo a voz en grito libertad.
Mañana, al clarear, entre dos luces
a eso de las horas del recuerdo
voy a indultar un beso desolado…
Gaviola en Marineda. En un 23 de Julio de 2007.
|
|
|
63/2007
COMO EL AZUD DEL RÍO
Poquito a
poco…
Igual que un
vino espeso
embelesado
en copas
apenas
apuradas
para cata de
expertos;
como los
pastelillos
de hojaldre
inconsistente
con cabello
de ángel
repujado en
suspiros…
Como los
caramelos de la infancia;
lo mismo que
una noche
cerrada en
pesadumbres.
Igual que el
primer sueldo
sin madre en
quien gastarlo.
Como la
larga espera
al lado del
teléfono
del
internado aquel
en tardes de
domingo…
Igual que la
zozobra
del primer
desamor
Como un
juguete eterno:
así quisiera
amarte.
Pero te has
desbordado
del cauce de
mis ojos
como el azud
del río
en tarde de
cellisca.
Llorar no es
suficiente
para apagar
un fuego.
Quizá… una
pavesa
perdida en
el rescoldo
sucumba
entre las lágrimas.
Una sola
pavesa,
una humilde
pavesa...
El fuego,
no. El fuego
es un dios
inmortal.
Gaviola en Marineda. En un 24 de Julio de
2007.
|
|
|
64/2007
Gaviola en Peguerinos
AÚN NOS QUEDA LA
TIERRA
(Poema para la esperanza)
He
dejado la tierra mullida y esponjosa
para
la sementera del inminente Otoño.
Porque aunque nada quede de aquel olor a siembra
aún
nos queda la tierra pródiga y palpitante
dispuesta a resguardar el pulso desmandado.
Poco
importa el verano que agostó el tallo viejo.
El
filo de las hoces segó el trigo del año
y lo
atrojó a la espera de convertirlo en pan;
-el
amor, como el trigo, tiene tasado el tiempo
de
sazón y de espera-. Y luego, se adormece
como
si no quisiera sufragar el dolor.
La
quema de barbechos fue solamente un sueño
de
noches de canícula que presentían fantasmas
de
un amor acunado en fuego y desazones.
¿La
rosa? ¡Ay, la rosa! ¡Nuestra imposible rosa!
¡Cuánto perfume fresco, cándido, derrochado
en
caricias que nunca conocieron tu piel!
Alguien –quizá fue el tiempo- amocafró el anhelo
como
una mala yerba que debe ser maldita,
y la
lágrima estéril, y el beso resignado
a
ser sólo un fantasma arrastrando inquietudes.
Alguien cortó de cuajo nuestra impía inocencia
devolviéndonos castos como tierra arrasada
a la
tarea incesante de ser sólo personas
que
creyeron tocar la luna con las manos
una
tarde cualquiera de un sueño escandaloso.
Vuelve el tiempo a ser tiempo en la piel somnolienta
donde el fuego asoló los restos de la mies.
Tú y
yo somos de nuevo dos cautelas sin tiempo.
Pero
la tierra está mullida y esponjosa
para
iniciar el ciclo de amantes licenciosos
con
cada sementera…; con cada sementera…
Aún
nos queda la tierra aunque herida de muerte.
Y tu
aroma en los surcos, como trigo de Octubre.
Y el
dolor arraigando como mies germinada
para
brotar de nuevo cuando otra Primavera…
Y en
el pecho, el latido, sin que nadie lo oiga,
sin
que nadie se inquiete por su inmolado estrépito
repite con ternura de sístoles y diástoles
tu nombre.
Gaviola en
Marineda. En un 27/07/2007.
|
|
|
65/2007
EL SILENCIO DE
UNA FOTOGRAFÍA
(Al día
siguiente de un aniversarios olvidado)
Allí, donde
los hielos del frío que se acerca.
Donde se
acaba el agua y el calor y la sed…
Donde un
amor sin alma
tallado en
cartulina
se apaga
poco a poco…
Donde este
fuego oculto que te evoca
despedaza
los últimos glaciares
con un ruido
de grietas interiores
con dolores
precisos y concéntricos…
Donde la
soledad del necio fin del mundo
está
llamando a duelo
y un cóndor
solitario sobrevuela
-agorera y
rapaz ave de paso-
la imagen
incolora y cuarteada
del único
retrato que conservo
oculto entre
papeles…
Donde el
sosiego inútil es distancia…
Donde la
cercanía
de una
sonrisa impresa
hecha cartón
y esbozo
teñido de
dulzura marfileña
me mira con
descaro…
Donde el
pequeño faro de la infancia
desde tu voz
profunda como el mar
hendía
cuchilladas de destellos,
sobre olas
disueltas en ternura
de lo que
nos contábamos…
Allí, donde
las aulas
en las que
compusimos
lecciones
magistrales
con idioma
de espejos en los ojos,
un invierno
sin nieve nos sedujo.
Donde la
primavera
nos prestó
su paraguas
entre
complicidades de lluvia inadvertida.
Allí, donde
las horas siderales
se tornaron
sagradas, intangibles.
Allí…
Donde el
silencio de tu fotografía
permanece…
Gaviola en
Marineda. En un 29 de Julio de 2007.
|
|
|
66/2007
NO
CONOCE OTRO LIENZO QUE SUS BRAZOS
Que lo
dejen yacer sobre sí mismo.
Nadie sabe
muy bien
a qué
deshora ha muerto.
Solo, de
madrugada,
sin una
breve queja
desnudo como
un árbol en invierno.
Y asustado.
No anhela el
amor muerto otra mortaja.
No lo
envolváis en lutos;
no quiere
que profanen
su tersa
desnudez
su impúber
agonía
que lo
vistió de esperas alargadas.
Y marchitas.
No conoce
otro lienzo que sus brazos.
Cadáver
redimido
en
reversible muerte
si unos
brazos le ciñen
su dócil
rendición
como túmulo
abierto en roca viva.
Y redentora.
Una palabra
suya. Una mirada.
Un beso
bastará.
Un beso
nuevo
consagrado a
la tarde
en ritos
iniciáticos
para que
resucite de las sombras.
Como Lázaro.
Gaviola en
Marineda. En un 31 de Julio de 2007.
|
|
|
67/2007
BRUMAS DE AGOSTO
¿Has visto?
Ha sido de
repente:
Agosto está
sacando de paseo
sus primeros
brumales.
Son igual
que tristezas pequeñitas
apenas
iniciadas
intentando
olvidar tanto calor oculto,
tanta luz
discontinua,
tanto jazmín
en flor,
tanto
recuerdo escrito…
Agosto es
como es: un poco ingenuo.
Ave de paso,
inercias
imprevistas,
melocotones
rojos,
con piel de
piel lanosa,
golondrinas
haciendo el equipaje…
Y espera en
un andén de indecisiones.
Agosto está
agostando
aquella flor
endeble
que abrió la
primavera.
En mitad de
la flor desconcertada
su fecundo
pistilo
envuelve los
augurios
preñados con
el polen de tus ojos.
Y yo,
caricia
inmemorial entre los labios
recia
concavidad donde reside
el júbilo
del beso clandestino
en brazos de
la bruma,
soy ya tenaz
vendimiadora,
ofertorio de
brazos como pámpanos
para
envolver el néctar
de densas
uvas dulces
maduras por
Septiembre.
Gaviola en Marineda. En un 3 de Agosto de 2007.
|
|
|
68/2007
EUCALIPTOS
(Sobre una vieja fotografía)
Viejos
depredadores de agua oculta
y de
infancia recién abandonada.
Ensayo de
plumaje, vuelo inquieto,
desazón de
zorzales excitados
jugando al
escondite del amor
con febril y
atávica estridencia
entre el
verde fragor impenetrable…
Después de
tantos años
aún sigue
vuestra cepa enraizada
al suelo
redentor de los recuerdos
y el cuerpo
agigantado
subiéndose a
sí mismo,
escalando
fantasmas y leyendas
clamando
rebeldías para un vuelo imposible.
En las
viejas aceras junto al mar,
perdidos en
los montes
calcinados
en todos los siniestros
de las
llamas que nunca retroceden,
y le lamen
al agua su descaro extintor.
Testigos
inmortales del pasado
al borde de
las viejas carreteras,
que se
desdibujaron con fatiga
divorciadas
del tiempo y del entorno
sitiadas por
oscuras siluetas
que señalan
la linde abandonada
de caminos
que ya nadie recorre.
Peregrinos
exánimes, rendidos
como viejos
pulmones jadeantes.
En mis manos
fueron
vuestros ramajes
hirientes
puñaladas de fragancia
desbocada
con cada atardecer
en cópulas
de alturas presentidas,
en tronco
protector y ropón verde.
Atajo
adolescente y vertical
para el
torpe oleaje de mi cuerpo,
vagabundos
errantes de mi insomnio
cuando
vuestros celajes me hacían señas
de afanes y de siestas en sazón
limpiándole
las penas al espacio.
Eucaliptos:
caricia del ayer sobre una foto en sepia,
abrazo de gigantes despeinados,
permanencia de olores y de formas
sobrevolando la luz del horizonte
como una silueta enamorada
que custodia mi imagen en arrullo.
Gaviola en Marineda. En un 3 de Agosto de 2007.
|
|
|
ANOCHE
Y te hiciste
real
como un
ángel caído
en mitad de
mi sueño
para
llenarme el sueño de inminencias.
Allí
estabas:
luminoso,
palpable, inmaterial
brotando de
lo onírico
con bruscas
insurgencias amorosas,
a oleadas
como una
muchedumbre de caricias
invadiendo
con furia ingobernable
las calles
de mi cuerpo aletargado.
Lo mismo que
un prodigio
contado
alguna noche junto al fuego.
Nunca hubo
perplejidad
más lúcida,
anhelo más
tangible.
Nunca hubo
un lugar más
concreto
que mi
alucinación crepuscular.
Y en mitad
de la noche deseé
hundirme,
disolverme, diluirme,
en abrazos
apócrifos
en grutas
incorpóreas
donde tañen
confusos desconciertos
agrandando
los pulsos de las sombras
igual que el
corazón de los relojes
agranda su
latido en la madera.
Ser una gota
más
perdida en
el sonámbulo sudor
del pecho
sofocado y codicioso
que en
sueños me acunaba con ternura;
un suspiro
en tus labios, una queja,
una pregunta
apenas formulada.
Pero una
certidumbre entre lo incierto
de un sueño
pasajero e interino.
Ser un amor
de otoño
encendiendo
sus últimas hogueras
junto al
mar, anoche, que no estabas.
Anoche.
Gaviola en Marineda. En un 6 de Agosto de
2007.
|
|
|
71/2007
VERANO EN DECADENCIA
Como en la
vieja escuela de mi infancia
donde todo
era inmenso
y una mano
muy grande
borraba el
encerado…
Una mano
sañuda,
un alguien
invisible y poderoso
como el paso
del tiempo
está
borrando horas en los días
y tachándole
sol al horizonte,
y robando el
sosiego de las olas,
y el calor
del letargo apasionado
que perfila
crepúsculos de olvido.
Verano en
decadencia que amaga deserciones.
Alguien está
borrándole
espirales
al vuelo de
los pájaros,
que con su
singular caligrafía
dibujaban
frenéticos augurios
en el sereno
cielo de la tarde
con breves
acrobacias,
tenues
enredaderas invisibles
delirios
fugitivos.
Alguien está
borrando mi memoria
lo mismo que
se borra un pizarrón
lleno de
garabatos
donde ya no
se leen renglones amorosos.
Alguien está
borrándole
al Verano tu recuerdo.
Gaviola en
Marineda. En un 18 de Agosto de 2007.
|
|
|
De la pena de quererte/1999
RECUERDOS DE ENTONCES
Porque en la tarde cuelgan goterones de angustia
que emborronan las tristes paredes de mi estancia
quiero matar la tarde que solo trae recuerdos
de aquellos días lejanos que hieren mi añoranza.
Me sangra el pensamiento ahuyentando el olvido
en estos días que pierdo bebiendo mi agonía;
era tan fácil antes acunar el latido
de tu mano en mi mano palpitando armonía.
Eran el galán de noche embriagando el estío;
era aquel barrio oscuro donde aprendimos besos,
éramos del verano dos amantes posesos
ensayando un lenguaje presuroso y baldío.
Era el sabor a tierra de reseca fragancia;
gorriones urbanos alborotando el sauce;
la acequia que cantando vanidosa en su cauce
ponía vapor de juncos a su infinita gracia.
Era un puesto de helados, el único del año,
con bombillas colgando al amor de la plaza;
rosarios de la aurora, tierno aroma de hogaza,
y un olor a verano que a veces hacía daño.
Transparencia de velas haciendo el aire santo;
llamada de campanas a muerto o a bautizo
Era aquel viejo cura, redondo y huidizo,
desbarrando amenazas porque te quise tanto.
Ya no estás, pero fuiste la luz de mis sentidos,
el aroma rotundo, mi aire transparente.
Ahora que eres sólo como una sombra ausente
permaneces y vives en mis propios latidos.
Gaviola concluyendo su Poemario de Otoño
|
|
|
LA LUZ QUE COMPARTIMOS
(Soneto para un adiós alejandrino)
Como una
sajadura abierta entre dos llagas
por la que
se derrama un suave atardecer
igual que un
dios sin tiempo perdido en el ayer
rastreando
el aliento de fragantes biznagas
Como esos
besos chicos que con pánico apagas
antes de que
su fuego me aflija de placer,
como el
dolor del cielo antes de anochecer,
crepitas en mi boca
como un fuego de aliagas
Y me amanso
en el aire que está lleno de Él,
-ya sabes:
del que puso preseas y tumbagas
en los
primeros versos de este endeble bajel-.
Porque ese
Viejo ambiguo que ejerce de Dios, es
quien va
apagando estrellas y encendiendo mañanas
en mis ojos
prendidos del tacto de tu piel.
Gaviola en Marineda. En un 29 de Julio de
2007.
|
|
|
Fin
Terminé este
Poemario de Otoño en Marineda. En un 20 de Agosto de
2007
Cuando, a
pesar del tiempo, aún seguía pensando que siempre es
tiempo para volver a amar.
O para
seguir amando
Y dibujé el
amor entre sus páginas con esa intensidad del minuto
presente que nadie me devolverá si yo no lo sostengo
entre mis manos como si fuera
el último
grano de mi reloj de arena
Ajena ya a la ambigüedad y al miedo.
Gaviola en su
Otoño.
|
|
|