Jazmines en el Recuerdo (Dedicado a mis amigos: Socorro y Jesús)
Desde siempre, el jazmín ha formado parte de mis mejores recuerdos, de mis más plácidas vivencias. Su delicado perfume, tiene para mi unas connotaciones muy especiales: me abre el corazón, me empuja a saborear las cosas bellas, me fuerza a ser desprendida. Su flor blanca, sencilla, humilde, pero a la vez generosa, reparte su aroma a todos los que tiene a su alrededor. Es la elegancia hecha perfume. Y yo... Quisiera ser jazmín... Formar parte de esas moñas, que aún venden los gitanos en los atardeceres, por las orillas del Guadalquivir. Quisiera ser jazmín de las biznagas, con las que, en sus noches, los enamorados malagueños obsequian galantemente a sus damas. Quisiera ser jazmín de aquella planta frondosa del jardín de mi niñez, donde mi madre, en cada puesta de sol, los recontaba y recogía, uno a uno, para ponerlos en una bandeja, llenando la casa de perfume, y poder sentir nuevamente sus caricias. Quisiera ser jazmín de los jardines del Alcázar, y extasiarme oyendo el rasgueo de Paco de Lucía a su guitarra, con la Giralda asomando en la muralla y la luna a su lado por testigo. Quisiera ser jazmín de tu terraza, y esperar cada tarde que tú llegues, para que me lleves contigo a pasar la velada, mientras hacemos mil proyectos en las nubes, y al mar, allá en el fondo, le contagiamos las risas. Pero sólo soy una sevillana enamorada del jazmín. Marila.
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